Narrado por
Pablo
El mundo se me cayó
encima al escuchar esas dos últimas palabras, tan solo dos, pero que me
hirieron y se me clavaron como puñales. Sabía que la recuperación de Sara sería
difícil, pero como he dicho tenía una esperanza de que pudiera reconocerme,
aunque fuese un poco. Suspiré y una lágrima comenzó a caer por mi mejilla. Mi
madre me miraba aterrada, sin saber que decir intentando quitarme las lágrimas
que no podía evitar controlar. Perdona,
¿eres? Volvió a insistir. – Un amigo.
Soy un amigo tuyo. Dije serio y ahogándome con mis propias palabras. – Ahhh, un amigo. Sonrió. Verle sonreír
así, tan feliz y saber que no sabe quién soy me mata. ¿Y te llamas? Perdona no saber quién eres, pero es que no te recuerdo.
Lo siento. – No sientas nada. Dije acercándome a ella y acariciándole su
pelo. Hacía tanto tiempo que no lo hacía. Aunque hacía una semana que desperté
del coma, sabía que eran dos meses los que estaba sin ella, sin poder tocarla,
besarle y abrazarla y por lo menos acariciarla me hacía un poco más feliz. Me llamo Pablo. - ¡Qué nombre tan bonito! ¿Y
eras muy amigo mío? – Bastante. Más que… Mi madre me dio un codazo para que
no siguiera. Aunque ella no entendía que no siguiera luchando por Sara, que no
volviera a enamorarla, lo que si entendió es que yo tenía miedo, así que
agradezco que me haya hecho callar. Éramos
los mejores amigos. Fue lo único que logré decir. – Y dime algo, ¿mi novio David es amigo tuyo? Como un jarrón de
agua fría me sentaron esas palabras. Escuchar la palabra novio y que no se
tratara de mí me hacía infeliz. Entendía que ya David le había contado que eran
novios y eso era algo que no podía soportar. – No. Siempre hemos estado uno por un lado y otro por otro. Sara
sonrió. – Pues la verdad es que no sé,
pero me transmites algo, buena sensación. Se nota que hemos sido buenos amigos.
De verdad siento no poder reconocerte. – No te lamentes por eso mi niña. Esas
últimas palabras no pude evitar contenerlas. Era mi niña. Todavía lo seguía
siendo. No sé cómo voy a poder sobrellevar verla en brazos de otro.
En ese momento David
volvió a entrar por la puerta. Se acercó a mí y me cogió del brazo para
llevarme hacia él. Sara nos miraba atenta y confusa. - ¿No te he dicho que no la vieras? ¿Qué le has contado? Me
dijo apretándome con fuerzas el brazo. – Suéltame idiota, Sara nos está mirando. Me ha preguntado si tu y yo éramos amigos y yo le he dicho que
no, que nos hemos visto poco. Y de nuestra relación no sabe nada, para ella
somos simplemente amigos. ¿Contento? Sonreí irónicamente. – Muy bien, pero no entiendo que haces
aquí. Dijo volviéndome a coger del brazo. – Necesitaba verla por última vez aunque fuera. ¿Me sueltas? Volvi a decirle señalándole el brazo. – Pues ya las has visto. Ahora
vete. – Déjame dale un beso aunque sea. En la frente. Yo mismo me
impresionaba de la forma en que David lo mangoneaba todo, pero como he pensado,
como le he dicho a mi madre, tengo miedo de que pueda hacerles daño a las
personas que más quiero en mi vida. Por favor…
Volví a decirle ante no conocer una respuesta definitiva. – Bueno, va, voy a ser bueno. Me aparté
de David y fui hacia Sara. – Bueno amiga,
tengo que dejarte. Me alegro muchísimo que hayas despertado y que estés tan
bien. Te veo muy mejorada. Como quería le di un beso a Sara en la frente.
Al verla tan cerca de mi me moría de ganas por besarle en los labios, pero no
podía y menos aún delante de David. Si supiera que Sara no se lo contaría a él
le besaría, vendría a escondidas, pero quién sabe si ella en un descuido podría
contarle todo lo que sucedería. –
¿Vendrás más veces a verme? Me has caído muy bien. Preguntó. – Lo intentaré. Es que tengo mucho trabajo,
pero a ver si puedo. Miré a David y él permanecía de brazos cruzados y
mirándonos fijamente. Bueno, tengo que
dejarte. Estate bien, eh. Sonreí y Sara me devolvió la sonrisa. Me alejé de
la cama, abrí la puerta y me marché de aquel lugar donde había presenciado un
bonito pero a la vez amargo momento por no poder comportarme y hacer las cosas
como yo quería.
No pude evitar derrumbarme al salir de la habitación. Mi madre,
que había permanecido conmigo en todo momento, me ayudó a
sentarme en una de las sillas del
pasillo. – Mamá, me sorprende como puede
haber tanta gente mala en el mundo. De verdad. Decía llorando y mirándola
con lágrimas en los ojos. – Yo también me
sorprendo hijo. Mucho. No te mereces todo esto. Apoyé la cabeza en la pared
y cerré los ojos pensando en todo lo ocurrido. – Tenía tantos planes con Sara, en serio. Ayudarla, que fuera a
rehabilitación. Permanecería con ella todo el tiempo, pero el estúpido de David
lo ha tenido que estropear todo, una vez más. Esto es un volver a empezar. Bueno, sería un
volver a empezar si David no lo hubiese impedido. Todas mis palabras hacia mi
madre era lo que tenía en mente hacer con Sara, ayudarla y estar a su lado
apoyándola siempre, pero todo ha cambiado. Mi madre me abrazó ante mis palabras.
Un abrazo era algo que lo necesitaba desde que David me contó todo y por fin
llegó. Creo que con la mirada lo estaba pidiendo tanto que no hacían falta
palabras.
Narrado por
David
La realidad es que me
siento el mayor hijo de puta que hay en esta tierra, pero por tener lo que
quiero a mi lado hago lo que sea. Bueno, eso de lo que quiero… No siento nada
absolutamente nada por Sara, pero es mía y de nadie más. Quería separarle de Pablo y lo he conseguido. Es cierto que soy
capaz de cometer la mayor locura si los volviera a ver juntos, de ahí al
haber amenazado a Pablo.
Y voy a confesar algo... También es cierto que
yo fui el culpable de su accidente. Yo lo provoqué. Yo fui quien se chocó con
ellos. Me enteré que iban a ir a los montes de Málaga y celoso fui en su
búsqueda. Esto no lo sabe nadie, ni la policía, ya que actué como que no les
conocía, como que fue un accidente sin más y nadie nunca se va a enterar. Será
un secreto que lo guardaré siempre y lo llevaré conmigo hasta la tumba. Tuve suerte de que ningún familiar ni de
Sara, ni de Pablo me vieran cuando estuve aquí y tuve suerte de que estaba casi
ileso, no fue grave y estuve un día nada más, si no mi plan podría haberse ido a la basura y
hubiesen empezado a sospechar, pero eso no es el tema, ni lo que me preocupa,
lo que si me preocupa es que vuelvan a estar juntos. Los quiero separados siempre. Yo mismo me lo digo, pero
es que bicho malo nunca muere.
Salí de la habitación
de Sara y vi a Pablo con su madre en el pasillo, derrumbado. Le miré fijamente,
serio y él igual y me marché de aquel lugar riéndome por haber conseguido lo
que quería.
Narrado por
Pablo
Después de bastantes
minutos hablando con mi madre y sentados nos trasladamos a la habitación. Allí
nos esperaba el doctor que había estado buscándonos. – Hola Pablo. Pasa. Tengo una buena noticia. Nos dijo el médico. Si queréis podéis pasar todos. Les dijo
a demás familiares. Mi padre, hermanos y cuñados entraron en la habitación, yo
me senté dispuesto a escuchar las palabras del médico. Bueno Pablo, mañana es el último día que vas a estar aquí. Te damos el
alta. Prácticamente ya estás recuperado. Sonreí tras escuchar esas
palabras, pero a la vez no podía evitar que me iba a ir de aquí dejando a Sara
y lo que es peor, mal, porque aunque le he notado bien físicamente,
psicológicamente no lo está y eso me preocupa. – Muchas gracias doctor. Por el trato, por todo. Ahora solo os pido
algo. Cuidar de mi chica bien. No le digáis nada sobre mí, por favor. Como si
no existiera, pero cuidarla. Mi hermana me miraba preocupada y algo confusa
sobre lo que acaba de decir y no dudó en abrazarme con fuerzas. – Serás fuerte.
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