domingo, 6 de julio de 2014

Capítulo 18



Narrado por Ana

Era un poco egoísta al pensarlo, pero no podía evitar pensar en que la mala noticia fuese para mi hija. Me aterraba pensarlo, no quería que le pasara nada malo. – Pero tenemos una buena. Volvió a decirnos el doctor. Sonreímos un poco ante conocer la buena, pero no podíamos dejar de pensar en la mala. Helena y yo nos abrazábamos con fuerzas, puño con puño, cogidas de la mano. El paciente Pablo Moreno se encuentra mucho mejor, pero la paciente Sara Rodríguez ha sufrido una pérdida de memoria. Abrí los ojos como platos y caí al suelo sin más.

Narrado por Pablo.

[Dos meses después]

Abrí los ojos y me encontraba en una habitación diferente a la mía, sin Sara a mi lado como de costumbre. Mi madre dando vueltas. Achiné los ojos y me di cuenta de que estaba en un hospital. Por Dios, ¿qué ha pasado? Me preguntaba continuamente. Intenté hacer el esfuerzo de moverme un poco, pero mi cuerpo me lo impedía. Me encontraba con arañazos, rasguños por todo el brazo y el ojo me lo notaba hinchado. – Mamá… Logré decir con un tono bajo y moviéndome para intentar levantarme. - ¡Pablo por Dios! ¡Ay mi hijo! Los gritos de mi madre hicieron que mi padre y mis hermanos entraran a la habitación rápidamente. - ¡Pablo se ha despertado! Gritó Salvador, mi hermano. - ¿Qué me ha pasado? ¿Y Sara? – Cariño, es duro lo que te vamos a decir y no sabemos si comunicártelo ya que puede hacerte daño. Dijo acariciando las puntas de mi pelo. - ¡Mamá! ¿¡Qué le ha pasado a Sara!? ¡Dímelo! En ese momento no pude evitar contener las lágrimas por pensar en que podría haber pasado lo peor. Mis padres y hermanos suspiraron. – Yo no puedo hacerlo. Dijo mi madre levantándose de la silla. Casilda hazlo tú. Esas palabras me hacían pensar en que todo había salido mal, en que... No, no quiero pensarlo. – Hermano, Sara no ha fallecido, estate tranquilo en ese sentido. Me dijo Casilda. Suspiré y logré sonreír un poco, pero sabía que no todo iba tan bien. – Pero… Insistí en que me contarán lo sucedido ya que los nervios me comían por dentro. – Pero Sara ha sufrido una pérdida de memoria. Y al escuchar esas palabras mis nervios, mis lágrimas, todo se paralizaron, me quedé en blanco, sin saber cómo reaccionar. Tan sólo cerré los ojos y los ‘’tranquilos’’ de mi madre eran lo único que se escuchaban. ¿Pero cómo había podido pasar? ¿Cómo? Todo nos iba tan bien… Maldita vida que en los peores momentos todo se estropea. Tras un minuto sin poder decir nada logré decir un ‘’qué’’ desesperante. – Si, Pablo sí. Dijo mi madre. Sentimos que todo haya sucedido así. Sara y tú tuvisteis un accidente y habéis estado en coma durante dos meses. Bueno, Sara todavía no se ha despertado, pero no está mal. O sea, como te acabamos de decir ha perdido la memoria, pero ya. - ¿¡Pero como que ya!? Contesté clavando mis puños en las finas sábanas del hospital nervioso, aterrado, enfadado ante las últimas palabras de mi madre. – Pablo tranquilo. Respondió mi padre. - ¿¡Pero como queréis que me calme!? Mi chica ha perdido la memoria, no va a saber quién soy, no va a recordar nada nuestro. Nada. Absolutamente nada, ¿y vosotros queréis que me calme? ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo? Volví a comenzar a llorar. – Entiende a papá y mamá Pablo, de verdad, es normal que no sepan como contarlo. Es normal que te digan que te calmes. No queremos verte así. Dijo mi hermano. – Ya lo sé Salva, lo entiendo y os pido disculpas por actuar y contestar de esa manera, pero es que no puedo calmarme. Necesito ver a Sara, saber cómo está. Por favor. Agarré a mi madre de las manos rogándole mis últimas palabras. – No, no puedes hijo. Mira como estas. Es imposible. Pegué un puñetazo en la cama tras saber que no podría verla. Lo necesito. Necesito saber cómo se encuentra. No sé por qué, pero cada vez me temo que esto vaya a peor y necesito verla aunque sea por última vez. Si no me va a reconocer, ¿quién sabe si todo se acabará entre nosotros?

No hay comentarios:

Publicar un comentario