Narrado por
Ana
Era un poco egoísta al
pensarlo, pero no podía evitar pensar en que la mala noticia fuese para mi
hija. Me aterraba pensarlo, no quería que le pasara nada malo. – Pero tenemos una buena. Volvió a
decirnos el doctor. Sonreímos un poco ante conocer la buena, pero no podíamos
dejar de pensar en la mala. Helena y yo nos abrazábamos con fuerzas, puño con
puño, cogidas de la mano. El paciente Pablo
Moreno se encuentra mucho mejor, pero la paciente Sara Rodríguez ha sufrido una
pérdida de memoria. Abrí los ojos como platos y caí al suelo sin más.
Narrado por
Pablo.
[Dos meses después]
Abrí los ojos y me
encontraba en una habitación diferente a la mía, sin Sara a mi lado como de
costumbre. Mi madre dando vueltas. Achiné los ojos y me di cuenta de que estaba
en un hospital. Por Dios, ¿qué ha pasado? Me preguntaba continuamente. Intenté
hacer el esfuerzo de moverme un poco, pero mi cuerpo me lo impedía. Me
encontraba con arañazos, rasguños por todo el brazo y el ojo me lo notaba hinchado.
– Mamá… Logré decir con un tono bajo
y moviéndome para intentar levantarme. -
¡Pablo por Dios! ¡Ay mi hijo! Los gritos de mi madre hicieron que mi padre
y mis hermanos entraran a la habitación rápidamente. - ¡Pablo se ha despertado! Gritó Salvador, mi hermano. - ¿Qué me ha pasado? ¿Y Sara? – Cariño, es
duro lo que te vamos a decir y no sabemos si comunicártelo ya que puede hacerte
daño. Dijo acariciando las puntas de mi pelo. - ¡Mamá! ¿¡Qué le ha pasado a Sara!? ¡Dímelo! En ese momento no
pude evitar contener las lágrimas por pensar en que podría haber pasado lo
peor. Mis padres y hermanos suspiraron. –
Yo no puedo hacerlo. Dijo mi madre levantándose de la silla. Casilda hazlo tú. Esas palabras me
hacían pensar en que todo había salido mal, en que... No, no quiero pensarlo. – Hermano, Sara no ha fallecido, estate
tranquilo en ese sentido. Me dijo Casilda. Suspiré y logré sonreír un poco,
pero sabía que no todo iba tan bien. –
Pero… Insistí en que me contarán lo sucedido ya que los nervios me comían
por dentro. – Pero Sara ha sufrido una
pérdida de memoria. Y al escuchar esas palabras mis nervios, mis lágrimas,
todo se paralizaron, me quedé en blanco, sin saber cómo reaccionar. Tan sólo
cerré los ojos y los ‘’tranquilos’’ de mi madre eran lo único que se escuchaban.
¿Pero cómo había podido pasar? ¿Cómo? Todo nos iba tan bien… Maldita vida que
en los peores momentos todo se estropea. Tras un minuto sin poder decir nada
logré decir un ‘’qué’’ desesperante. –
Si, Pablo sí. Dijo mi madre. Sentimos
que todo haya sucedido así. Sara y tú tuvisteis un accidente y habéis estado en
coma durante dos meses. Bueno, Sara todavía no se ha despertado, pero no está
mal. O sea, como te acabamos de decir ha perdido la memoria, pero ya. - ¿¡Pero
como que ya!? Contesté clavando mis puños en las finas sábanas del hospital
nervioso, aterrado, enfadado ante las últimas palabras de mi madre. – Pablo tranquilo. Respondió mi padre. - ¿¡Pero como queréis que me calme!? Mi
chica ha perdido la memoria, no va a saber quién soy, no va a recordar nada
nuestro. Nada. Absolutamente nada, ¿y vosotros queréis que me calme? ¿Cómo
hacerlo? ¿Cómo? Volví a comenzar a llorar. – Entiende a papá y mamá Pablo, de verdad, es normal que no sepan como
contarlo. Es normal que te digan que te calmes. No queremos verte así. Dijo
mi hermano. – Ya lo sé Salva, lo entiendo
y os pido disculpas por actuar y contestar de esa manera, pero es que no puedo
calmarme. Necesito ver a Sara, saber cómo está. Por favor. Agarré a mi
madre de las manos rogándole mis últimas palabras. – No, no puedes hijo. Mira como estas. Es imposible. Pegué un
puñetazo en la cama tras saber que no podría verla. Lo necesito. Necesito saber
cómo se encuentra. No sé por qué, pero cada vez me temo que esto vaya a peor y
necesito verla aunque sea por última vez. Si no me va a reconocer, ¿quién sabe
si todo se acabará entre nosotros?
No hay comentarios:
Publicar un comentario