miércoles, 2 de julio de 2014

Capítulo 16



Narrado por Pablo

Sonó el despertador y Sara y yo despertamos. – Buenos días mi vida. Le dije dándole un tierno beso. – Buenos días amor. ¿Qué hora es? – Las 11. ¿Qué quieres hacer hoy? – Con estar contigo me da igual el sitio. Sara y yo sonreímos ante mis últimas palabras. Ella tan sólo se tumbó encima de mí dándome besos en el cuello y acariciando mi pecho. – Estaría así toda mi vida, pero algo tenemos que hacer, ¿no? Dijo con sus palabras más sinceras. – Pues a ver, ya que no dices nada, me apetecería que fuéramos a los montes de Málaga. Me parece un sitio bastante bonito para estar con una pareja. Siempre he dicho y de hecho lo he dicho en entrevistas que será el sitio donde me gustaría pedirle matrimonio a mi futura esposa y espero que seas tú. Sonreí tímidamente y notaba como mis mejillas tomaban ese color rojizo por momentos. - ¿Te imaginas a nosotros casados? Que mi padre y tu madre nos llevaran hacia el altar, yo vestida de novia. Soy una persona bastante religiosa y me encantaría casarme por la iglesia. De tan solo pensarlo mira. Sara señaló sus brazos tratando de hacerme saber que se le había erizado la piel y a mí también me pasaba. Tan sólo de pensar que podría verme junto a ella casado y quien sabe hasta con hijos, pues eso hace que se me pongan los vellos de punta. – Me encantaría la idea. Me encantaría vivir una vida entera junto a ti. Y que nos hiciéramos viejitos y nuestros hijos nos cuidaron. Ambos reímos. – Ay por dios, ¡qué somos muy jóvenes! ¡No digas eso! Tu veinticinco y yo veintidós. ¡No nos queda nada de vida! – Es verdad, es verdad. Bueno, ¿vamos o no? Sara aceptó y fui al armario a ver qué ropa me pondría. - ¿Puedo darme un baño? No sé, me siento sudosa. – Normal, con la noche que pasamos ayer. Dije con mi sonrisa más picara y arqueando una ceja. Puedes, puedes. No hace falta ni que me lo preguntes. Sara se levantó de la cama y se acercó a mí para darme un beso dándome un tortazo en el trasero que hizo que me entraran ganas de cogerla y volver a hacerla mía. Últimamente todo ha ido un poco mal y las veces que hacemos el amor es cuando mejor nos encontramos, sinceramente. No quiero que suene como un obsesivo con el sexo, pero me encanta cuando nuestros cuerpos se unen. 

Sara salió de la ducha y se puso la ropa que llevaba ayer. – Me ducho y ahora voy y me pongo la ropa de ayer. Soy tonta. Voy a mi casa y me pongo algo limpio, ¿vale? No tardo nada. Sara volvió a darme un beso, se marchó y yo me metí en la ducha.

Después de unos cuarenta y cinco minutos Sara tocó el timbre. Yo ya listo, me eché unas gotitas de uno de mis perfumes favoritos, Cool Water y abrí la puerta. – Es increíble como cada día me enamoras más. Sara sonrió avergonzada. – Lo mismo digo guapetón. Cada día más guapo. Fuimos al parking donde dejo siempre mi coche y cogimos rumbo a Málaga. Hacía bastante tiempo que no iba a la capital y la verdad que la echaba de menos, sobre todo mi barrio de siempre, la malagueta.    

Subimos los montes de Málaga. Lo único que no me gusta de este sitio son las curvas, que algunas veces me marean, pero por pasar un día inolvidable junto a mí chica hago lo que sea.
Después de veinte minutos en la carretera llegamos a uno de mis restaurantes favoritos donde ya me conocían porque desde pequeño siempre he venido a comer aquí. Mientras Sara estaba en su casa reservé mesa y como en algunos restaurantes de la ciudad siempre me ponen en un sitio más apartado por el tema del ser conocido aquí no iba a ser menos. Cuanta menos gente me vea, mejor. – Pedro, ¡cuánto tiempo! Saludé al hombre que tantas veces he visto y que podría considerar parte de la familia. – Hombre Pablo, que alegría me da verte por aquí. Mi mujer me ha dicho que venías y de veras que me ha hecho muy feliz. Allí tenéis vuestra mesa. Pedro era un gran conocido en la familia y gran amigo de mi padre desde siempre. El hombre nos acompañó y aparté la silla para que Sara se sentara. Yo también me senté y rápidamente nos llegó la carta. 

Después de la comida unas natillas caseras hicieron la noche mucho más especial ya que desde siempre me habían encantado. La tarde-noche había sido increíble y todavía quedaba lo mejor, pensaba hacerle una gran sorpresa a Sara. Pagamos la cuenta, saludé amablemente a todos los camareros que ya conocía, a Pedro y a su mujer y nos fuimos de aquel lugar.
Tan sólo tuve que conducir unos cuantos kilómetros porque el sitio más especial de los montes de Málaga se encontraba bastante cerca. Era bastante mágico, desde allí se veía Málaga preciosa y un cielo estrellado lo hacía aún bastante más espectacular. Cogí a Sara de la cintura y le puse un pañuelo que llevaba guardado en los ojos. Allí no había nadie, tan solos ella y yo. – Te voy a dejar sola unos minutos, pero estoy aquí al lado, no te preocupes. Le susurré al oído dándole un beso en la mejilla que hizo que se le erizara la piel. Fui al coche y saqué un mantel que tenía, vino y unas velas. Con ellas hice un corazón y las iniciales de nuestros nombres, P Y S. Si no me equivoco, esto a Sara ningún hombre se lo ha hecho y creo que le va a encantar. – Pablo, me estoy poniendo nerviosa y tengo frío. ¡Quítame esto ya por favor! Decía acariciando sus brazos por el frío. – Dame unos minutos mi niña. Ya me queda poco. - ¡A saber que estarás tramando! No respondí, tan sólo volví a cogerla de la cintura y Sara dio un pequeño salto por el susto. Ayyy que me has asustado. Ambos reímos. – Ya. Con ella di la vuelta y le quité poco a poco el pañuelo de los ojos para que pudiera observar lo precioso que había quedado todo. Sara se quedó asombrada ante todo lo que le había preparado, sin palabras, sólo me abrazó y empezó a darme tiernos besos que hicieron que todo lo que había preparado mereciera aún más la pena de lo que ya merecía. – Esto es precioso. Nunca nadie me lo había hecho. Estoy emocionada. Una lágrima empezó a cobrar vida deslizándose por su mejilla y acabando en su boca. – Ay mi niña, no me llores. – Es que de verdad Pablo, no sabes lo que me encantan estas cosas. Son detalles, pero ya que soy una persona bastante romántica esos detalles me encantan. Gracias de verdad. Y volvió a besarme. Besos tan dulces que hacían que me enamorara cada vez más. Sara y yo nos sentamos y brindamos por todo lo que estábamos viviendo y lo que quedaba por venir, porque pensaba vivir una vida entera junto a ella. 

Narrado por Sara

Fui una estúpida al querer apartar a Pablo de mi vida, si lo hubiese hecho me hubiese perdido cosas tan bonitas como las que me ha preparado. Como a él le he dicho, son detalles, pero me encantan. De verdad, por una parte hasta agradezco el accidente, porque hicieron que nos uniéramos aún más. Yo ya me niego a vivir sin Pablo, le necesito como el aire que respiro. Con él me siento inmensamente feliz, de hecho ya no pienso en lo que ocurrió entre él y yo en el pasado. Como bien es, es pasado y atrás queda como he dicho en alguna ocasión. – Te quiero tanto. Pero tanto. Le dije con mis palabras más sinceras. Creo que nunca he dicho un te quiero tan sincero como se lo he dicho a él. Con David nunca me había sentido así. Con Pablo me siento en una nube, cada vez que estamos juntos las horas se pasan como segundos. – Yo sí que te quiero, mi vida. Y cada vez más. Contestó sonriente y acariciándome el pelo. – Te juro que si hace unos meses me dijeran que me iba a enamorar tan locamente de Pablo Alborán no me lo creería. Pablo sonrió siguiendo acariciando mi pelo y haciendo que me tumbara en su pecho.

 – Ven. Me dijo. Me llevó hasta la parte delantera del coche y nos tumbamos mirando el precioso cielo que nos regalaba esta noche malagueña. – Esta mañana nos dijimos que estaríamos una vida abrazados en una cama, pero mira que está duro el coche, pero prefiero hasta mil veces este momento. Ambos nos reímos ante mis palabras. Me encanta el cielo de hoy. – Es mucho más bonito cuando tú le miras. Con esas palabras hicieron que mis ganas de sentir a Pablo mío aumentaran por segundos. – Necesito besarte. Necesito volver a hacerlo una vez más. Le dije acercándome a él y susurrándole esas palabras. – Bésame, hazme tuyo. Todo lo que hagas conmigo me encantará. Bajamos del capó del coche y nos acomodamos en el mantel. Pablo miraba de vez en cuando hacia atrás por si podría venir alguien, pero no lo creo. 
Cuando menos nos lo esperamos estábamos casi desnudos. Mi sujetador y la falda que llevaba era lo único que me tapaba y en el caso de Pablo su pantalón, aunque iba por las rodillas. Y volvimos a sentirnos que éramos uno del otro una vez más... Adoraba esa sensación.

Después de bastantes minutos en el que los besos, caricias y suspiros hicieron acto de presencia nos colocamos nuestra ropa y nos metimos en el coche para irnos. Eran cerca de las tres de la mañana. Pablo me había hecho pasar una de las mejores noches de mi vida, aunque me atrevería a decir que la mejor, porque desde hace bastante años no vivo una noche completamente feliz.
Nos pusimos el cinturón, Pablo encendió la radio y que Propuesta Indecente de Romeo Santos sonara hacía un clima aún mucho más romántico de lo que ya había sido. Canciones tras canciones pasaban los minutos y yo recordando la gran noche que había vivido, todavía no quería que terminara. Íbamos bajando cada vez más los montes, yo acariciándole a Pablo el pelo mientras conducía, el mirándome, todo de lo más perfecto hasta que un coche se interpuso en nuestro camino y… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario