domingo, 3 de agosto de 2014

Capítulo 29



Narrado por Sara

Destino… Madrid. La locura que dije que pensaba hacer la he hecho y antes de lo que yo creía. En aproximadamente dos horas y media llegaría a la capital. Me hacía especial ilusión, ya que he vivido bastante tiempo aquí, pero por motivos de estudios tuve que volverme a Málaga. He decidido venirme sola, más que nada por la tranquilidad, pero también porque sé que en esta ciudad nunca podré perderme por sus amplias calles, ya que la conozco a la perfección. Por otra parte he sacado el billete para la ida, pero no para la vuelta. No sé qué es lo que pasará con Pablo, por lo cual prefiero sacar mi billete de vuelta el mismo día que me venga a Málaga.

A mi madre le dejé una nota para que se enterara, sé que si se lo contaba me pondría pegas para que no viniera así que decidí hacerlo de esa manera. En ese momento noté que mi móvil vibraba y como era de esperar, un whatsApp de mi madre. ‘’¡¡¡Nena, estás loca!!! Acabo de llegar a casa y he visto tu nota. ¿Cuánto te vas a quedar? ¿Dónde estás?’’ Pensé que sería mucho mejor llamarle, así que eso hice. – Hola mama. Le decía mientras cerraba los ojos temiendo su reacción. – Nena, ¿¡por dónde vas!? Dijo mi madre eufórica. ¿Por qué no me has avisado? ¿Qué vas a hacer? – Mamá, ¿te puedes tranquilizar? Hace prácticamente una hora que he salido de Málaga, así que llegará en una hora y media. Suspiré. Perdona por no haberte avisado, pero sabía que si lo hacía no me dejarías venir. – Pero a ver Sara, ¿a qué has ido a Madrid? ¿En búsqueda de Pablo? – Sí. Contesté alegre. – Estás loca. – Sí, estoy loca por Pablo. Mis mejillas empezaron a cobrar ese rojizo que he mencionado muchas veces. Bueno mama te dejo. Te quiero. Besos. Lo mejor que podía hacer para que el viaje fuese más ameno era o escuchar música, o leer, pero esta vez me decanté por lo primero. Y sí, mi reproductor hacia que sonara Pablo constantemente, tanto que parece que es cosa del destino. 

Cuando me quise dar cuenta faltaban solamente minutos para llegar a Atocha. Debí de quedarme dormida… El tren paró y me bajé sonriente, por volver a una ciudad que amo con todas mis fuerzas y por todo lo que me acarreará el estar aquí, que espero, que sea bueno. 

Saqué mi maleta y me fui directa a buscar un taxi. En unos minutos llegó y me adentré en él con una esperanza y una sonrisa por lo que podría vivir con Pablo. – Esta es la dirección. Le dije dándole el papel al hombre que conducía. Me acomodé en el asiento mirando el paisaje que nos regalaba la capital. Intente ir rápido por favor, tengo prisa. Volví a decirle. Prisa más que nada por las ganas de ver a Pablo, no por otra cosa. De nuevo cogí mi móvil para que mi reproductor diera paso a sus canciones. Me transmite una paz con su música brutal y es que siempre digo que sus canciones son pura magia y sentimiento.

Mirando el paisaje mientras seguía escuchando música y centrada en mis pensamientos me di cuenta como ya estábamos llegando. – Aquí puede parar. Le dije al hombre que aparcó el coche en seguida. Pagué lo que le debía al taxista y salí con mis maletas y mi gran ilusión. Piqué en el porterillo unas cuantas veces, pero al parecer no se encontraba nadie. Miré la lista de mi agenda y vi el número de Lolo, así que no dudé en llamarle. Él sabría donde Pablo podría encontrarse. Nerviosa le di a llamar…  ¿Si? Dijo Lolo. – Hola Lolo, soy Sara. Dije sonriente. – ¡Hombre Sara, cuánto tiempo! ¿Cómo estás? – Estoy genial. Pero mejor podría estar, necesito tu ayuda. Estoy en Madrid, he venido en búsqueda de Pablo, pero estoy en su puerta y no contesta. ¿Sabes si está? – Creo que no, ya que esta mañana le he llamado y no me lo ha cogido. Suspiré. – Vale Lolo, muchas gracias. Dije apenada. Espero que te vaya todo bien. – Un beso te mando. Disfruta de Madrid. Colgué y guardé mi móvil en el bolso. Me fui derecha a sentarme en un banco que había enfrente del apartamento de Pablo. 

La desesperación se apoderaba de mí por momentos, cada vez más. Miraba cada segundo el reloj, los minutos pasaban y cada vez me ponía más nerviosa. Con decir que mis esperanzas de ver a Pablo eran pocas. Si en medía hora no vendría me iría de aquí. En todo caso probaría en cualquier otro lugar, ya que a pesar de mi desesperación no me quiero ir de Madrid sin verle. Cogía el móvil, lo guardaba y así sucesivamente. Mi nerviosismo iba a acabar conmigo.

Pero de pronto me paralicé, le vi llegar, pero no iba solo… Iba con una chica que al parecer se apoyaba en su hombro dándome cuenta de que llevaba una escayola. Me levanté intentando ir en búsqueda de él, aunque pensé que sería mejor esperar a que la chica se fuera… Así que me detuve y me escondí como pude detrás de un árbol, era mejor que no me vieran. Estaba siendo testigo de una larga conversación. Las miradas y sonrisas entre Pablo y la chica hacían bastante acto de presencia. Pero de repente algo amargo noté, cada vez estaban más cerca, mirándose fijamente y… sí, pude ser testigo de un beso. Un beso que acaba de derrumbarme por completo. Me di la vuelta, ya que no quería seguir presenciando ese incómodo momento.
Cuando me volví a dar la vuelta, la chica ya no estaba, pero si Pablo intentando entrar en su casa. Ahora mismo no sabía qué hacer. ¿Para qué voy a ir a hablar con él e intentar volver a estar juntos si acaba de besar a esa chica? Sería inútil… Pero por otro lado, tengo tantísimas ganas de decirle que sé todo lo que hubo entre nosotros. Que aunque nadie lo sepa, cada vez voy recordando más momentos que tuvimos juntos. Estaba entre la espada y la pared. 

Mi móvil comenzó a vibrar interrumpiéndome mi momento de indecisión. Me imaginé que podría ser Lolo avisándome de que Pablo ya estaba allí, pero al coger el móvil me di cuenta de que era un número desconocido. – Hola, ¿eres Sara Rodríguez? Me sorprendí al escuchar la voz de un hombre, ya que no sabía a qué se debía esa llamada ni que podría ser. – Así es. ¿Quién es? – Soy Hugo Martínez, el jefe del Hotel Mac Puerto Marina en Benalmádena. Hemos visto su currículum y nos gustaría hacerle una entrevista de trabajo. ¿Le interesa? – Claro, por supuesto. ¿Cuándo sería? Respondí bastante contenta. La verdad que la noticia me había conseguido sacar una gran sonrisa, que la verdad, en este momento necesitaba como el aire para respirar. – Nos gustaría que fuera lo más pronto posible, ya que necesitamos a un ayudante cuanto antes y usted nos parece que podría encajar perfectamente en nuestra plantilla. ¿Le vendría bien esta tarde? Por un momento estuve pensando que contestar, ya que no sabía qué hacer. No sabía si quedarme a hablar con Pablo, pero como he dicho, ¿para qué? Si veo que me ha olvidado completamente. Y por otra parte, tal y como está el trabajo en estos momentos no estoy para desaprovechar oportunidades, además si me aceptaran, ese hotel me parece de los mejores de Benalmádena. – Sí. Me vendría perfecto. Lo único es que estoy en Madrid, pero me voy a ir ya. Contesté sin pensármelo dos veces. Creo que era la mejor decisión que podría tomar. – Oh bueno, no se preocupe. Si le parece mejor lo dejamos para mañana. Contestó el hombre. – No. Miré el reloj y me di cuenta cómo eran las cuatro de la tarde. Supongo que para las siete estaré en Málaga. – Entonces, ¿a las ocho le vendría bien? – Perfecto. Muchas gracias. Sonreí y colgué, aunque por otra parte mi sonrisa se borró rápidamente. Mi viaje no había servido para absolutamente nada.

Con lágrimas en los ojos me alejé del apartamento de Pablo, sin ninguna ilusión puesta en nuestra relación. Ya definitivamente, sí, llegó el momento de olvidarme de él. Como tantas veces he dicho y nunca he cumplido, esta vez sí que lo tengo que conseguir.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario