martes, 5 de agosto de 2014

Capítulo 30



Narrado por Pablo

No daba crédito a lo que acababa de pasar entre Andrea y yo. Me besó de una manera tan dulce. Tan dulce como la miel que me olvidé del mundo por completo, me trasladé a un mundo paralelo con su beso. Y es que la realidad era que sus labios fundidos con los míos habían provocado que la temperatura subiera por momentos. 

Sinceramente, no me reconozco ahora mismo. Nunca había sentido esto. Esa sensación de volverte loco por los besos de alguien, más bien, adicto. Lo gracioso era que no me esperaba ese beso para nada y que no siento absolutamente nada de amor hacia Andrea, ya que considero que es demasiado pronto para sentirlo, pero conociéndome, mis sentimientos pueden cambiar. De hecho eso me pasó con Sara… En ese momento me dije a mi mismo una vez más que no pensara en ella. Estaba en Madrid por motivos de trabajo y en gran parte también para olvidarme de ella. Jamás pensé que al estar aquí podría cambiar mi vida. ¿Podría dar paso a un nuevo amor? No lo sé, pero la realidad es que me había sentido bastante a gusto en el día de hoy con Andrea. 

Dejé de lado mis pensamientos de mi vida personal para ahora pensar en lo profesional. Mañana sería un gran día, por fin saldrá mi disco. Ese disco que tanto me ha dado y espero que me dé. La verdad es que ha sido un disco que me ha descolocado a mí mismo, ya que ha sido grabado en trenes y aeropuertos, e incluso en sitios que jamás podría pensar que podría componer. Siempre he necesitado mi momento de soledad, cuatro paredes, mi estudio y mi guitarra, pero esta vez ha sido diferente, un gran cambio.
Comencé a pensar en todo lo que podría vivir con este disco, en esa gira que dentro de unos meses comenzará y en la cual he prometido dejarme cuerpo y alma en ella. Hoy debería de ser un día de relax, así que decidí darme una ducha. 

Pasado unos minutos una llamada hizo que saliera pitando para cogerlo. Estaba claro que hoy por otra parte sería un día ajetreado y de muchas llamadas. Era Lolo. – Dime hermano. Contesté sonriente. – Pablete, ¿qué tal con Sara? Abrí los ojos como platos tras escuchar su nombre. – ¿Qué tal de qué? Me sorprendió su pregunta ya que él sabía perfectamente que no hablaba con ella desde hace mucho. Ya sabes que no sé nada de ella y que si lo supiera te lo contaba. ¿A qué viene esa pregunta? Pregunté descolocado, confuso. – ¿Cómo que no sabes nada de ella, tío? ¿Y como que a qué viene? Te pregunto porque Sara me ha llamado diciendo que estaba en Madrid, buscándote, que ha estado en tu apartamento y que no le contestabas. Abrí mis ojos una vez más no dando crédito a lo que Lolo me estaba diciendo. – ¿¡Qué me dices!?  Pregunté nervioso caminando de un lado para otro. Sara. En Madrid. Buscándome. – ¿¡En serio que no lo sabes!? Indicó Lolo con un tono bastante alto. – Hermano, he estado con Andrea todo el día, en el hospital, luego almorzando y luego nos hemos despedido en mi apartamento. Una despedida bastante… Me quedé callado por unos segundos. Una despedida un poco especial podría decirlo. Ella me ha dado un beso, y… Puse la mano en mi boca. ¡Lolo! ¿Sara me habrá visto besándome con Andrea y por eso no sé nada de ella? Si no hubiese venido ya. Llevo bastante tiempo ya aquí. – Pablo tranquilízate. Voy a llamar a Sara preguntándole donde está y haré como que no he hablado contigo. Ahora te llamo. –  Rápido por favor. Le dije nervioso. Colgué y me puse lo primero que pillé de ropa por si Lolo me decía lo que fuera para ir en búsqueda de Sara. Si ella está aquí quiero verla antes de que se vaya. Y espero que no sea demasiado tarde y ya no esté rumbo a Málaga... ¡A la mierda David! ¡Y a la mierda eso de querer olvidarla!

Narrado por Lolo

Tenía que confesar que hasta yo estaba nervioso por lo que pudiera suceder entre Pablo y Sara hoy. Adoro a Sara bastante, ya que ha demostrado que quiere a Pablo por encima de todo, además de ser una chica majísima. Rápidamente busqué su número y la llamé. – Dime Lolo. Dijo con un tono bastante bajo. Notaba que su voz le temblaba, que se sentía apenada y eso sólo podría tener una razón, Pablo. – ¡Sara! Dije gritando. – Me acabas de dejar sorda. ¿Qué pasa? Ambos reímos. – ¡Perdón! ¿Has hablado con Pablo? – No… Contestó con un tono bajo, tan bajo que casi ni pude escuchar ese ‘’no’’. ¿Pero por qué? Le pregunté ya que no seguía la conversación. – Porque ya no merece la pena. Por sus palabras ahora sí que pude deducir perfectamente que había sido testigo de ese beso con Andrea. ¿Para qué? Si Pablo ya me ha olvidado. No voy a ser la idiota de ir encima a hablar con él después de verle besarse con otra. Dudas aclaradas. – No sabes cuánto siento que esto haya pasado. Pero, ¿ahora dónde estás? – En Atocha sacando el billete. Me voy a Málaga. El ave saldrá dentro de cuarentaicinco minutos. ¿Para qué lo quieres saber? – Cielo, me quedo sin batería. Intentaré llamarte más tarde. Mentí y esquivé su pregunta. La realidad es que no quería perder más tiempo hablando cuando necesito llamar a Pablo ya y contarle los planes de Sara.
Colgué y rápidamente llamé a Pablo. Éste me lo cogió al segundo. – ¡Pablo, vete a Atocha ya! Sara está allí. Ha visto tu beso con Andrea y se va a Málaga. Dije casi ahogándome con mis propias palabras por la rapidez y los nervios con los que hablaba. – Gracias hermano. Te debo una. Chao. 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario