Narrado por
Sara
Sonó el despertador y
desperté sonriente. Pocas veces había despertado tan bien desde mi etapa en el
hospital y mi única razón tenía nombre y apellido, Pablo Moreno. Hablando de
eso, era de admirar que Pablo se portara exactamente igual como Pablo Moreno,
que como Pablo Alborán. Sigue siendo el mismo Pablete de siempre y eso es una
de las cosas que más me enamoran de él. Estos días, en los viajes en tren, he
podido ver bastantes de sus entrevistas y se comporta igual a como lo hacía
conmigo y ahora, por fin puedo decir, que a como lo hace. La realidad es que me
hace feliz decir todo esto, porque día a día voy recordando bastantes cosas de
lo sucedido antes del accidente. Obviamente es pronto para decir que estoy
recuperada del todo, pero nunca pensé que la rehabilitación y todo iba a salir
tan bien.
Miré el reloj y me di
cuenta cómo eran las once y media de la mañana, supongo que si Pablo no se ha
despertado ahora, lo hará dentro de poco. Anoche me hubiese apetecido estar con
él, pero entendí que estaría cansado por la firma, por eso no le llamé. En ese
momento mi móvil empezó a sonar. ¡Vaya, hablando del rey de roma! – ¿Cómo está la mujer más bonita del mundo? Preguntó
eufórico. – Yo bien, la mujer más bonita
del mundo no sé. Reí. – La mujer más
bonita del mundo es con la que estoy hablando ahora mismo, eres tú y tú y tú y
solamente tuuuuuú. Contestó cantándome esas últimas palabras. – ¡Tengo que quererte! Dije sonriente. – Escúchame, vente a comer a casa. Que venga
tu madre y hermana. Indicó. – Yo si voy, mi
madre… Recordé las palabras de mi madre del otro día, recordaba cómo me decía que
estaba harta de Pablo, de que sufriera tanto por él, así que no creo que le
apetezca venir. No van a poder. Conseguí
decir. – Oh, qué pena. Bueno, pues
entonces nos vemos a las dos, ¿vale? Tengo que hacer bastantes cosas y no voy a
poder estar contigo, por eso te digo a esa hora. – Perfecto cariño. Nos vemos.
Te quiero. Colgué y dejé mi móvil en la mesa y comencé a prepararme, ya que
aunque era pronto, quería estar lista lo más pronto posible.
Narrado por
Pablo
Llegó la hora de comer
y le comenté a mi familia que Sara y yo habíamos vuelto para que supieran que
vendría. Me encantó la reacción de todos, ya que la querían como a una más,
sobre todo he de mencionar que tenían cierta debilidad hacia ella, mi madre, mi
hermana y mis sobrinas. Y por supuesto, yo.
Sonó el timbre y fui a
abrir. Sí, era Sara, mi niña. – ¿Cómo
está el hombre más romántico y bonito de este mundo? Me dijo mientras
entraba a casa, me besaba y sonreíamos sin parar. Salimos al jardín, ya que hoy
comeríamos allí. A pesar de que estemos en Otoño a estas horas se está bastante
bien fuera, por eso siempre solemos comer en el jardín. – ¡Hola! Dijo Sara sonriente. Mi familia se levantó para darle un
cálido abrazo y yo sonreía de brazos cruzados por ver de nuevo estos momentos
entre mi familia y ella. – Sarita. Decía
Laura, mi sobrina, mientras le tiraba del vestido a Sara. – Ay mis niñas. Sara se agachó y comenzó a hablar con Sofía y
Laura. Desde que las conoció han
conectado muy bien y eso me hace bastante feliz, ya que anteriormente con Marta
no se llevaban muy bien que digamos.
Nos sentamos y el
almuerzo transcurrió con normalidad. En nada terminamos y Sara y yo subimos a
mi habitación. Me quedaba poco tiempo para estar con ella, ya que esta misma
tarde tenía una entrevista en Madrid, así que quería aprovecharlo al máximo.
Entramos y nos tumbamos en la cama sin dejar de acariciar nuestra piel y besar
nuestro cuerpo. – Me da una pena de que
ahora por nuestros trabajos tengamos que estar más separados… Indicó Sara
cabizbaja. – Es un asco la distancia para
estos casos, para que nos vamos a engañar, pero son solos números que nos
separan, nuestro amor será más fuerte. Le dije sonriente e intentándole
animar y es que esa era la realidad. Pero en realidad, me pasaba igual que a
ella, me molestaba que todo el trabajo lo tuviera que hacer en Madrid, si lo
hiciera aquí tendríamos más tiempo para los dos.
Una vez más una llamada
nos interrumpió, miré de quien se trataba, vi que era Rubén y me entristecí
porque sabía que nos despediríamos por un largo tiempo. Cogí el móvil y Rubén
me indicó que ya tenía que irme. – Bueno
amor, tengo que marcharme. Dije mientras le hacía pucheros. – Prométeme que no me vas a fallar. –
Prometido. Más que prometido. Dije levantando la mano, mientras la cogía en
brazos y la besaba. No sabía por qué,
pero sentía algo raro con esta situación. No sabía a qué se debía, pero me
descolocaba.
Cogí mis maletas y
bajamos al jardín para despedirme de mi familia. Le di un cálido abrazo a cada
uno y salí del jardín. – Sara quédate. Dijo
mi sobrina Sofía que venía detrás de nosotros. Sara me miraba sin saber qué
hacer, supongo que le incomodaría quedarse si yo no estaba. – Claro. Le decía esta vez yo sonriente.
– Por supuesto pequeña. Contestó al
fin mientras le abrazaba. Ahora voy mi
vida. Le volvía a decir cariñosamente. Sofía se fue y de nuevo volvía a besar, acariciar y abrazar a Sara, lo hice
de la forma más especial del mundo, ya que serían unos cuantos meses los que no
la vería. – Te quiero. Dijimos ambos
a la vez. – ¡Pero qué clase de conexión es esta! Reímos a carcajadas. Bueno mi niña, tengo que dejarte. Te
llamaré, ¿sí? Le dije. – Cuando
puedas rey. Volvió a besarme. Bueno,
vete ya. Me despedí de Sara saludándole con la mano y salí de casa.
Saludé a Rafa y Rubén
dándole un tortazo en el hombre y abrazándoles y me metí en la furgoneta. De
nuevo, rumbo a Madrid...
No hay comentarios:
Publicar un comentario