lunes, 25 de agosto de 2014

Capítulo 36



Narrado por Sara

Sonó el despertador y desperté sonriente. Pocas veces había despertado tan bien desde mi etapa en el hospital y mi única razón tenía nombre y apellido, Pablo Moreno. Hablando de eso, era de admirar que Pablo se portara exactamente igual como Pablo Moreno, que como Pablo Alborán. Sigue siendo el mismo Pablete de siempre y eso es una de las cosas que más me enamoran de él. Estos días, en los viajes en tren, he podido ver bastantes de sus entrevistas y se comporta igual a como lo hacía conmigo y ahora, por fin puedo decir, que a como lo hace. La realidad es que me hace feliz decir todo esto, porque día a día voy recordando bastantes cosas de lo sucedido antes del accidente. Obviamente es pronto para decir que estoy recuperada del todo, pero nunca pensé que la rehabilitación y todo iba a salir tan bien. 

Miré el reloj y me di cuenta cómo eran las once y media de la mañana, supongo que si Pablo no se ha despertado ahora, lo hará dentro de poco. Anoche me hubiese apetecido estar con él, pero entendí que estaría cansado por la firma, por eso no le llamé. En ese momento mi móvil empezó a sonar. ¡Vaya, hablando del rey de roma! – ¿Cómo está la mujer más bonita del mundo? Preguntó eufórico. – Yo bien, la mujer más bonita del mundo no sé. Reí. – La mujer más bonita del mundo es con la que estoy hablando ahora mismo, eres tú y tú y tú y solamente tuuuuuú. Contestó cantándome esas últimas palabras. – ¡Tengo que quererte! Dije sonriente. – Escúchame, vente a comer a casa. Que venga tu madre y hermana. Indicó. – Yo si voy, mi madre… Recordé las palabras de mi madre del otro día, recordaba cómo me decía que estaba harta de Pablo, de que sufriera tanto por él, así que no creo que le apetezca venir. No van a poder. Conseguí decir. – Oh, qué pena. Bueno, pues entonces nos vemos a las dos, ¿vale? Tengo que hacer bastantes cosas y no voy a poder estar contigo, por eso te digo a esa hora. – Perfecto cariño. Nos vemos. Te quiero. Colgué y dejé mi móvil en la mesa y comencé a prepararme, ya que aunque era pronto, quería estar lista lo más pronto posible.

Narrado por Pablo

Llegó la hora de comer y le comenté a mi familia que Sara y yo habíamos vuelto para que supieran que vendría. Me encantó la reacción de todos, ya que la querían como a una más, sobre todo he de mencionar que tenían cierta debilidad hacia ella, mi madre, mi hermana y mis sobrinas. Y por supuesto, yo.
Sonó el timbre y fui a abrir. Sí, era Sara, mi niña. – ¿Cómo está el hombre más romántico y bonito de este mundo? Me dijo mientras entraba a casa, me besaba y sonreíamos sin parar. Salimos al jardín, ya que hoy comeríamos allí. A pesar de que estemos en Otoño a estas horas se está bastante bien fuera, por eso siempre solemos comer en el jardín. – ¡Hola! Dijo Sara sonriente. Mi familia se levantó para darle un cálido abrazo y yo sonreía de brazos cruzados por ver de nuevo estos momentos entre mi familia y ella. – Sarita. Decía Laura, mi sobrina, mientras le tiraba del vestido a Sara. – Ay mis niñas. Sara se agachó y comenzó a hablar con Sofía y Laura. Desde que las conoció  han conectado muy bien y eso me hace bastante feliz, ya que anteriormente con Marta no se llevaban muy bien que digamos. 

Nos sentamos y el almuerzo transcurrió con normalidad. En nada terminamos y Sara y yo subimos a mi habitación. Me quedaba poco tiempo para estar con ella, ya que esta misma tarde tenía una entrevista en Madrid, así que quería aprovecharlo al máximo. Entramos y nos tumbamos en la cama sin dejar de acariciar nuestra piel y besar nuestro cuerpo. – Me da una pena de que ahora por nuestros trabajos tengamos que estar más separados… Indicó Sara cabizbaja. – Es un asco la distancia para estos casos, para que nos vamos a engañar, pero son solos números que nos separan, nuestro amor será más fuerte. Le dije sonriente e intentándole animar y es que esa era la realidad. Pero en realidad, me pasaba igual que a ella, me molestaba que todo el trabajo lo tuviera que hacer en Madrid, si lo hiciera aquí tendríamos más tiempo para los dos. 

Una vez más una llamada nos interrumpió, miré de quien se trataba, vi que era Rubén y me entristecí porque sabía que nos despediríamos por un largo tiempo. Cogí el móvil y Rubén me indicó que ya tenía que irme. – Bueno amor, tengo que marcharme. Dije mientras le hacía pucheros. – Prométeme que no me vas a fallar. – Prometido. Más que prometido. Dije levantando la mano, mientras la cogía en brazos y la besaba. No sabía por qué, pero sentía algo raro con esta situación. No sabía a qué se debía, pero me descolocaba.
Cogí mis maletas y bajamos al jardín para despedirme de mi familia. Le di un cálido abrazo a cada uno y salí del jardín. – Sara quédate. Dijo mi sobrina Sofía que venía detrás de nosotros. Sara me miraba sin saber qué hacer, supongo que le incomodaría quedarse si yo no estaba. – Claro. Le decía esta vez yo sonriente. – Por supuesto pequeña. Contestó al fin mientras le abrazaba. Ahora voy mi vida. Le volvía a decir cariñosamente. Sofía se fue y de nuevo volvía  a besar, acariciar y abrazar a Sara, lo hice de la forma más especial del mundo, ya que serían unos cuantos meses los que no la vería. – Te quiero. Dijimos ambos a la vez. ¡Pero qué clase de conexión es esta! Reímos a carcajadas. Bueno mi niña, tengo que dejarte. Te llamaré, ¿sí? Le dije. – Cuando puedas rey. Volvió a besarme. Bueno, vete ya. Me despedí de Sara saludándole con la mano y salí de casa.

Saludé a Rafa y Rubén dándole un tortazo en el hombre y abrazándoles y me metí en la furgoneta. De nuevo, rumbo a Madrid...

No hay comentarios:

Publicar un comentario