domingo, 16 de noviembre de 2014

Capítulo 50



Narrado por Pablo

Llevaba unos cuantos días bastantes ajetreados, no para de un lado a otro y prácticamente no tenía tiempo para mi, para un minuto de tranquilidad y lo necesitaba como el comer. Pero por fin había llegado ese día.
Fui a la cocina a prepararme la merienda, concretamente unos creps, cuando el sonido del móvil indicaba que me había llegado un WhatsApp. Apagué el fuego un momento y fui hacia mi habitación para coger mi móvil. Con los ojos de par en par me quedé al ver de quién se trataba, ya que pensaba que después de tanto tiempo se había olvidado de mí, pero veo que no… Era cierto que me había acordado de ella al volver a Madrid, pero han ido pasando los días poco a poco y no me he atrevido ni a llamarle, ni a mandarle un mensaje y mucho menos a plantarme en su casa. Creo que todo el mundo sabrá de quién estoy hablando, Andrea. 

‘’Hola Pablo, hace mucho que no hablamos y tenia curiosidad por cómo te iba todo y por como estabas. Un beso’’.

Rasqué mi cabeza… Ya he dicho alguna que otra vez que cuando lo hago es síntoma de que estoy de los nervios y de que no sé qué hacer, y de nuevo me estaba pasando. Es algo raro lo que se siente, porque tengo ganas de verla, pero a la vez no…

No me lo pensé dos veces y opté por el sí. Tampoco creo que pase nada por contestarle.
‘’Hola Andrea, si la verdad es que sí! Todo va bien. Gracias por preocuparte!! Besotes de vuelta’’
Quizás había sido un poco seco, pero la verdad no sabía que decirle. Nada más que vi el tick azul de que había visto mi mensaje me empecé a poner aún más nervioso, pero más aún al ver que al segundo me estaba llamando. No tuve otro remedio que cogerle la llamada. – ¡Hola Pablo! Decía feliz. Le notaba un tono alto y que se notaba bastante alegre. Por fin hablamos, que hacía ya bastante. – Si… Contesté sin más. Seguía siendo seco, pero no me salía ninguna palabra. – Me apetece mucho verte, ¿te gustaría? Sabía que esa pregunta tendría que llegar en algún momento. – Sí, la verdad es que sí. Al final decidí que verle era lo mejor, quizás así solucionara mis dudas, porque es algo raro lo que me pasa con esta chica. – ¡Perfecto! Volvía a decir contenta. ¿Te viene bien esta tarde? A las… mmmm, ¿a las ocho? – Sí, me viene perfecto. Contesté mientras miraba el reloj. Quedaban aproximadamente dos horas y seguro que me daba tiempo a todo. Paso por tu casa. Le dije esta vez yo. También era hora de que fuese yo el que pusiera el interés esta vez. Un beso, chao. Colgué. Rápidamente dejé el móvil en mi mesita y fui hacia la cocina. Me puse las manos en la cabeza al ver que los creps estaban quemados. ¿Dónde tendrás la cabeza Pablo? A pesar de haber apagado el fuego no sé cómo pero se habían quemado, así que no tuve otra que optar por prepararme un vaso de zumo de naranja. Hacía muchísimo que no hacía la compra y no tenía nada en casa. Pero es normal que no la hiciera, si aquí solo vengo a dormir prácticamente.
Después de tomarme el zumo fui directamente a la ducha. Con la cosa había perdido ya media hora y siempre me gusta ser puntual.

[Una hora después – Casa de Andrea] 

Llegué a casa de Andrea lo más rápido posible, al final, aunque no quisiera, había llegado un pelín tarde. Toqué al porterillo y en seguida me abrió. Subí las escaleras y me encontré con la puerta abierta. – ¿Se puede? Pregunté educadamente. – Siiiiii. Se oía de fondo la voz de Andrea. No estaba muy cerca de mí por lo que se ve. Pero al momento salió. Hola Pablo. Me dijo con una gran sonrisa. Me quedé mudo al verla, estaba mucho más guapa desde que no sabía de ella. Según me contaron, estuvo con gripe este tiempo, y vamos, parece que muy mal no le ha sentado, si no todo lo contrario. Andrea se acercó hacia mí a darme dos besos. – Hola Andrea. Logré decirle. – Siéntate. Me dijo esta vez ella. Bueno, cuéntame, ¿qué tal todo?
Estuvimos hablando un buen rato sobre todo lo que nos había pasado en este mes y pico. Ella me contaba sobre la gripe que había tenido, la cual había permitido que no nos viésemos en este tiempo. Y yo sobre mi trabajo, en resumidas.  

– ¿Sabes? Desde que nos besamos ha habido un distanciamiento tan grande entre nosotros. Dijo apenada, cabizbaja. ¿Qué pasó para eso? Puedo entender que no te guste, pero poder podríamos haber quedado como amigos. ¿Y ahora que se supone que yo debería de contestar a esto? ¿Le debería hablar de nuevo de Sara? ¿Debería de decirle que me aparté de ella porque mis problemas con la que ahora se dice que es mi ex volvieran? ¿Tengo también que decirle que ya ha acabado todo entre ella y yo? Dentro de todas estas preguntas hay una gran mentira que acababa de decir. Ella, Andrea, sí que me gusta y era por eso mismo que no sabía que decirle a continuación. 


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