Narrado
por Pablo
Después de la alegría de este gran día, tarde y noche llegamos
a nuestra calle y dejamos a Ana en casa. Al final decidimos que nos íbamos a
quedar en mi casa.
–
Que sepáis que me habéis devuelto la ilusión con vuestra reconciliación. Indicó mi
suegra.
– Ay que te quiero. Respondí dándole un tierno beso en la mejilla.
–
Cuidaros mucho y no separaros más, por favor.
–
Nunca más. Indicó Sara mirándome sonriente.
Ana sacó las llaves y se metió en casa. Nosotros tuvimos que andar unos
pasos más…
Llegamos a mi
casa, sonrientes, sin dejar de besarnos. Habíamos perdido mucho tiempo y
teníamos que recuperarlo. Saqué las llaves yo esta vez y abrí la puerta.
– ¡Saraaaaaaaaaaaaa! Un grito de mi sobrina Sofía hizo que
diéramos un pequeño salto por el susto.
– Shhhh, ¡pero qué hacéis despiertas las
dos! ¡Anda a la cama ya! Les
dije a mis sobrinas un poco enfadado por las horas que eran.
– No, tito, queremos estar con ella. Indicó esta vez Laura haciéndome pucheros.
– Déjame estar con ellas Pablo. Hace mucho
que no las veo. Me
suplicó Sara.
– Bueno, está bien. Miré el reloj y eran ya las cinco de la madrugada.
Pero unos minutos, eh, que es muy tarde.
Nos fuimos con
las niñas al jardín para estar más tranquilos y yo me senté en una de las
hamacas que había. Prácticamente no había parado en todo el día y estaba
agotado. De repente Laura cogió una pelota y se la lanzó a Sara.
– ¡Pero qué haces ahora jugando! ¡Laura
no! Alcé la voz.
– Pablo por Dios, que pareces su padre, no
va a pasar nada. Me
dijo Sara acariciando mi cuello.
– Claro, pero si despiertan a mi hermana
las culpas van para mí. ¿Te has fijado la hora que es? Le decía enseñándole el reloj.
–
Ya me has despertado. Intervino
Casilda entrando al jardín y restregándose los ojos. Mi hermana se fue hacia Sara
y la abrazó con fuerzas. Creo que si
estás aquí y vienes con Pablo es por algo, no sabes las ganas que tenía de
veros juntos. Por fin hija, estaba deseando decírtelo, pero no soportaba al
otro. Le dijo a ella refiriéndose a Hugo y no pude evitar reírme.
– Y decías que siempre habías sido sincera
conmigo, eh. Contestó
y rieron ambas.
– Bueno, no lo era del todo. Volvimos a reír. Niñas, vamos a la cama, mañana tendréis tiempo para jugar, si total,
Sara se va a quedar aquí esta noche. Indicó mi hermana entrando a la casa
con las niñas y guiñándonos un ojo. Ambos reímos y nos volvimos a fundir en un
beso.
– ¿Cerramos esta noche perfecta con un
broche de oro perfecto? Pregunté
volviéndole a besar.
– Me parece una muy buena idea. Respondió guiñándome el ojo. Así que nos
levantamos de las hamacas y entramos en casa.
Mientras subíamos
las escaleras para llegar a la habitación yo una vez más la cogía en brazos.
Ella no dejaba de darme besos en el cuello y yo sentía que me iba a volver
loco. En cierta parte me daba cosa hacer el amor aquí, con mis sobrinos, que
aunque sus habitaciones estén en la otra punta de la casa tenía que tener un
mínimo de respeto hacia ellos.
– Oye. Indicó Casilda entrando en mi habitación con un tono bajo. Que si os da pudor hacerlo aquí por los
niños que no pasa nada, eh, que ya se han quedado dormidas las niñas. Vaya,
parecía que esta mujer había leído mis pensamientos. Pero que si os diera mucha mucha vergüenza os dejo las llaves de mi
apartamento. Volvió a decir sacando las llaves de su bolsillo.
– Eres la mejor. Le dije acercándome a ella y dándole un
tierno beso en la mejilla.
– Lo sé. Nos reímos y nos fuimos de mi habitación.
–
Por cierto, ella no lo sabe. Me dijo Sara mientras me miraba y se
reía.
–
¿El qué? Preguntaba Casilda alzando una ceja.
–
Dentro de poco va a haber una última boda. Indiqué.
–
¡No me digáis que! ¡Ay que me muero! Decía gritando.
Los tres reímos y nos abrazamos.
–
Shhhhh los niños. Se notaba tanto que era la persona más cuidadosa
con mis sobrinos que ni hasta en este momento de felicidad podía evitar
preocuparme por ellos.
–
Pues con más razón os tenéis que ir para el apartamento. Mi hermana me entregó las llaves y Sara y yo
volvimos a salir de casa.
Cogimos el
coche y pusimos dirección al apartamento, como le dije a Sara, donde pondríamos
el broche de oro a una más que perfecta noche.
Cuando nos
quisimos dar cuenta llegamos a aquel lugar, dónde había venido muy pocas veces.
Salí del coche, cerré la puerta y fui a abrir la puerta para que Sara pudiera
bajar.
– ¿Me permite? Sara me dio la mano y la cogí en brazos
cual princesa de cuento. Una vez más.
Entramos al
apartamento y nos fuimos derechos a una de las habitaciones. No quería andarme
con rodeos, quería comenzar esto ya. Poco a poco me tumbé encima suya
quitándole el abrigo y el vestido azul que llevaba, que por cierto, he de
mencionar que al tener una piel tan morena le quedaba de escándalo. Ella hizo
lo mismo con mi chaqueta y mi pantalón que terminaron en el suelo. Cuando nos
dimos cuenta ambos ya estábamos desnudos… Rodeó mi cintura provocando que se
colocara esta vez encima de mí. Me sonreía tan pícaramente que hacía que me
volviera aún más loco, que mi corazón se acelerara por momentos y que la
temperatura subiera cada vez más a pesar de que corriera un poco de fresco por
nuestra piel. Comencé a besarle en el cuello, deslizando mis manos por su
cuerpo, acariciándole hasta notar su piel erizándose por momentos. Y comenzamos
con ese juego de suspiros de placer…
– Hacía mucho que necesitaba vivir esto
contigo. Te quiero. Dije
ahogándome con mis propias palabras.
– Te amo y nunca he dejado de hacerlo. Respondió. Ambos sonreímos y seguimos con
ese juego esta vez de caricias, dónde las palabras sobraban, solo como acabo de
decir, con unas caricias, besos y miradas lo decían todo.
Notaba como daba
algunos que otros suspiros de placer demasiado fuertes que hacía que a veces me
preocupara por si le pudiera hacer daño.
– Shhh, tranquila mi niña. Le dije acariciando su pelo y besándole
continuamente.
Y como dije, pensé
y creía afirmar en su momento, ahora lo afirmo con la mayor rotundidad que se
pueda hacer, al 100%, ambos fuimos culpables de que hayamos puesto el mejor
broche de oro a una noche perfecta.
Sigue porfa me encanta tu novela :3
ResponderEliminarExcelente!! Me he sabido leer la novela completa!! Yo quiero ser Sara!! Jejejejeje divinos!! Cuánto amor!! Felicidades por la historia Marina. saludos desde Colombia.
ResponderEliminar