Narrado por Sara
Dos horas después de mi conversación con Pablo
llegué a mi casa y sin pensarlo dos veces me tiré al sofá. Había sido un día
muy duro, el peor de mi vida me atrevería a decir.
– Sara, ¿quieres
que te haga un zumo de naranja? Preguntaba mi madre desde la cocina.
– No mamá, no
hagas nada hoy, descansa. Le decía alzando la voz.
Mi madre me hizo caso y se sentó a mi lado. Comentábamos todo lo que
había ocurrido en el cementerio, mi discusión con Hugo y mi conversación con
Pablo, la cual le sorprendió de que hubiese venido.
Al cabo de un rato cuando ya estábamos duchadas y con el pijama puesto
sonó el timbre, así que me levanté del sofá para ir derecha a abrir.
– ¡Ay hola! Se trataba de
Helena, la madre de Pablo. Ésta se abalanzó hacia mis brazos y me decía
continuamente ‘’lo siento’’. Pase,
siéntese.
– ¿Cuándo
aprenderás que no tienes que llamarme de usted? En ese momento
sonreí. No recordaba lo mucho que odiaba Helena que le tratara de usted.
– Ay Helena, mil
gracias por estar aquí. Le decía mi madre levantándose del sofá mientras le
abrazaba.
– Te acompaño en
el sentimiento. Ya sabéis que estoy aquí para lo que queráis. Nos decía a las
dos mientras nos miraba y apretaba con fuerza nuestra mano.
– Te has
enterado por Pablo, ¿verdad? Le preguntaba.
– Si hija sí, he
estado todo el día fuera y al llegar me lo encontré bastante apenado y le
pregunté. Claro, él estaba en Madrid y no me lo imaginaba aquí.
– ¿Por qué no ha
venido? Me gustaría hablar con él.
– Ve a la casa,
está solo. Acepté y rápidamente cogiendo mis llaves y queriendo
irme. Espera, espera. Rió. Ya veo que tienes ganas de hablar con mi
niño, pero ya que estáis las dos os quería entregar esto. Helena sacó de su
bolso dos sobres y nos lo entregó. A simple vista parecía una invitación para
una boda. Lo abrí y efectivamente eso era… Se trataba del enlace de Salva, hermano
de Pablo, con su chica. Por un momento había pensado que podría ser Pablo.
– Ay Salva. Sonreí y
suspiré.
– Sí, Salva. Rió. Tranquila que Pablo no es, o quién sabe…
Puede que sí. En ese momento me preocupé.
– ¿Con quién?
– Contigo.
– ¿Conmigo? En ese momento me
enrojecí como un tomate abriendo los ojos como platos.
– Si, contigo.
Recuerda que veo cosas. Y pronto os veo encargando tarjetas de invitación. No sé por qué,
pero me parecía bastante imposible que llegara ese momento. Sinceramente, no me
lo imaginaba.
– Que vá Helena,
no lo creo. Contesté cabizbaja.
– Bueno, por lo
pronto tienes una conversación con él, así que ya sabes dónde está.
No me lo pensé dos veces y rápidamente salí de casa.
Narrado
por Pablo
El estar solo
hace que te comas la cabeza y que no dejes de pensar y tras mucho tiempo
haciéndolo pensé que lo mejor era quedarme en Málaga este mes. Las razones, el
pasar más tiempo con mi familia que en nada llega la gira y no podré, el
organizar la boda de Salvador y mi conversación con Sara. El único impedimento
sería la ropa, pero tampoco era problema porque aquí me había dejado muchísima.
Además, mirando mi agenda solo tenía dos entrevistas en este mes, así que
cuando suba a Madrid me paso por mi piso y las cojo.
Después de
mucho pensar a la conclusión final que llegué es que deseaba que terminara ya
este día de una vez.
Me fui derecho
a la cocina a prepararme mi vaso de leche que nunca puede faltar y rápidamente
me iría a la cama. Estaba agotado....
Al cabo de dos
minutos lo saqué del microondas cuando sonó el timbre. Fui a abrir la puerta
con mi vaso a cuestas cuando una sonrisa de oreja a oreja decidí mostrar al
mundo al ver a la persona que estaba tras ella.
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