viernes, 2 de enero de 2015

Capítulo 68


Narrado por Sara

Dos horas después de mi conversación con Pablo llegué a mi casa y sin pensarlo dos veces me tiré al sofá. Había sido un día muy duro, el peor de mi vida me atrevería a decir. 

– Sara, ¿quieres que te haga un zumo de naranja? Preguntaba mi madre desde la cocina.

– No mamá, no hagas nada hoy, descansa. Le decía alzando la voz.

Mi madre me hizo caso y se sentó a mi lado. Comentábamos todo lo que había ocurrido en el cementerio, mi discusión con Hugo y mi conversación con Pablo, la cual le sorprendió de que hubiese venido.
Al cabo de un rato cuando ya estábamos duchadas y con el pijama puesto sonó el timbre, así que me levanté del sofá para ir derecha a abrir.

– ¡Ay hola! Se trataba de Helena, la madre de Pablo. Ésta se abalanzó hacia mis brazos y me decía continuamente ‘’lo siento’’. Pase, siéntese. 

– ¿Cuándo aprenderás que no tienes que llamarme de usted? En ese momento sonreí. No recordaba lo mucho que odiaba Helena que le tratara de usted.

– Ay Helena, mil gracias por estar aquí. Le decía mi madre levantándose del sofá mientras le abrazaba.

– Te acompaño en el sentimiento. Ya sabéis que estoy aquí para lo que queráis. Nos decía a las dos mientras nos miraba y apretaba con fuerza nuestra mano. 

– Te has enterado por Pablo, ¿verdad? Le preguntaba. 

– Si hija sí, he estado todo el día fuera y al llegar me lo encontré bastante apenado y le pregunté. Claro, él estaba en Madrid y no me lo imaginaba aquí.

– ¿Por qué no ha venido? Me gustaría hablar con él. 

– Ve a la casa, está solo. Acepté y rápidamente cogiendo mis llaves y queriendo irme. Espera, espera. Rió. Ya veo que tienes ganas de hablar con mi niño, pero ya que estáis las dos os quería entregar esto. Helena sacó de su bolso dos sobres y nos lo entregó. A simple vista parecía una invitación para una boda. Lo abrí y efectivamente eso era… Se trataba del enlace de Salva, hermano de Pablo, con su chica. Por un momento había pensado que podría ser Pablo. 

– Ay Salva. Sonreí y suspiré. 

– Sí, Salva. Rió. Tranquila que Pablo no es, o quién sabe… Puede que sí. En ese momento me preocupé.

– ¿Con quién?

– Contigo.

– ¿Conmigo? En ese momento me enrojecí como un tomate abriendo los ojos como platos. 

– Si, contigo. Recuerda que veo cosas. Y pronto os veo encargando tarjetas de invitación. No sé por qué, pero me parecía bastante imposible que llegara ese momento. Sinceramente, no me lo imaginaba.

– Que vá Helena, no lo creo. Contesté cabizbaja.

– Bueno, por lo pronto tienes una conversación con él, así que ya sabes dónde está. 

No me lo pensé dos veces y rápidamente salí de casa.

Narrado por Pablo

El estar solo hace que te comas la cabeza y que no dejes de pensar y tras mucho tiempo haciéndolo pensé que lo mejor era quedarme en Málaga este mes. Las razones, el pasar más tiempo con mi familia que en nada llega la gira y no podré, el organizar la boda de Salvador y mi conversación con Sara. El único impedimento sería la ropa, pero tampoco era problema porque aquí me había dejado muchísima. Además, mirando mi agenda solo tenía dos entrevistas en este mes, así que cuando suba a Madrid me paso por mi piso y las cojo.

Después de mucho pensar a la conclusión final que llegué es que deseaba que terminara ya este día de una vez.

Me fui derecho a la cocina a prepararme mi vaso de leche que nunca puede faltar y rápidamente me iría a la cama. Estaba agotado.... 
Al cabo de dos minutos lo saqué del microondas cuando sonó el timbre. Fui a abrir la puerta con mi vaso a cuestas cuando una sonrisa de oreja a oreja decidí mostrar al mundo al ver a la persona que estaba tras ella.


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