domingo, 4 de enero de 2015

Capítulo 69



Narrado por Pablo

Mi querida Sara… Me había impresionado mucho que estuviera aquí. Supongo que vendrá para que tengamos esa conversación pendiente de la que hablamos que tendríamos que tener en el cementerio, pero me parecía que era demasiado pronto. Para ella, ya que pensaba que tendría que aclararse sus dudas. No creo que le haya dado tiempo a hablar con Hugo y si ha sido así, aún más intriga tengo de lo que me irá a contar.

– Puedo pasar, ¿no?

– ¡Claro! Respondí con las mejor de mis sonrisas.

Me puse a un lado para que pasara y entró dejando en una cómoda que tenía en la entrada sus llaves. Acto seguido se sentó y yo me quedé de pie algo inquieto. Cómo no, una vez más, me rasqué mi cabeza. En ese momento Sara me miró, pero rápidamente agachó la mirada sonriendo un poco. Ella ya sabía que cuando me rascaba la cabeza era porque me moría de nervios, por eso ha actuado así. La conozco.

– ¿Quieres tomar algo? Pregunté intentando esquivar el que se haya dado cuenta de lo que me pasaba.

– Un vaso de agua. 

– ¿Eso solo? Yo me acabo de preparar esto. Dije alzando mi vaso de leche. ¿No quieres aunque sea un café? ¿Un zumo? No sé, algo. Insistía.

– No, no, gracias, solo agua.

– Va, pues ahora te lo traigo.

De un momento a otro le traje su vaso y me senté a su lado algo intranquilo.

– Buueeenooo. Indicó.

– ¿Qué te trae por aquí? Pregunté para romper un poco el hielo.

– Quería hablar contigo. Me decía mientras se ponía bien la tiranta de su camiseta, algo que hizo que dejara al descubierto su hombro y no pudiera evitar el mirarle, el fijarme en ello. ¿Qué miras? Preguntaba mientras soltaba varias carcajadas y se miraba para ver si tenía su tiranta correctamente. 

– Emmm, nada, nada. Sonreí avergonzado. Ni que ya no nos conociéramos lo suficiente y no pudiera mirar… Pero bueno. 

– Si, nada… Rió. Pero oye, que puedes eh, te permito, pero solo a ti. Notaba que conforme iba diciendo sus palabras sus mejillas cobraban ese color rojizo del que tantas veces he hablado que me enamora.

Con que solo a mí… Hay veces que hay palabras con las que te das cuenta que dicen mucho más de lo que tú te crees y estas han sido una prueba de que puede que no esté todo perdido. Quizás sea bastante iluso, o tenga demasiadas esperanzas, o quizás sea que el estar tan enamorado de ella hace que me vuelva loco, porque parezco un completo bipolar… Primero pienso que no tengo nada que hacer porque Hugo está de por medio. Ahora que al decir esas palabras puede que signifiquen algo. 
Definitivamente, sí, esta mujer siempre me ha vuelto loco, en absolutamente todos los sentidos. 

– Bueno, ¿qué tienes que decirme? Pregunté. 

– Pues a ver. Resopló. Suspiró. Necesito un tiempo en el que tengo que pensarme muy mucho con quien quiero estar en mi vida. Es muy duro el saber que quieres a dos personas, ¿sabes? Que una está presente siempre, que no la olvidas y la otra te hace sentir algo nuevo. No sé si me entenderás Pablo, pero no voy a tardar mucho en decirte que es lo que quiero, me han invitado a la boda de tu hermano y te prometo que ahí te diré lo que sea.

Pero cuando ves que eres un segundo plato es cuando piensas que si son reales esas indirectas. No hay nada más que odie que ser el segundón, ya lo he vivido en otras relaciones y duele, duele mucho ver que la otra persona también siente algo por ti, pero que no eres correspondido al 100%, que no todas sus atenciones son para ti, que hay otra persona que puede que aunque no haya dado lo mismo que tú, aunque no se haya entregado en cuerpo y alma para que una relación pueda mejorar te adelanta, te hace sombra… Porque sigo diciendo que por lo poco que he conocido a su actual chico, no merece a Sara. No sé si es que he sido tan diferente en su vida que no sabe cómo llevarme, o quizás sea yo que no soy el correspondido, porque habiendo conocido a David y ahora a Hugo uno era y otro es totalmente opuesto a mí. Personas chulescas, celosas, que en cuánto ven que su chica está más acaramelada con otro montan un pifostio, tanto que son capaces de que arda la misma Troya. Y yo así no soy, obviamente claro que tengo mi punto de celosín y más cuando la persona que está a mi lado me importa verdaderamente, pero sé cómo controlarme, como parar y sinceramente me alegra el ser así.

Ahora mismo acabo de desahogarme pero ahora viene la gran pregunta a todo esto, ¿qué se supone que tengo que contestarle? Porque ahora me entran ganas de sacar por completo mi carácter y decirle todo lo que pienso, malo y bueno. Tanto decirle que no me parece bien con la persona con la que está, como mis sentimientos, que por más que hayan habido veces que lo haya querido mandar todo a la mierda, nunca han muerto, siempre han estado presentes, o incluso hasta cuando más pensé que la perdía aún más la quería.

– Pues en la boda hablaremos. Esas fueron mis únicas palabras. Sabía que si le decía todo lo que pensaba se iba a complicar todo y no me apetecía. 

– ¿Eso va a ser lo único que vas a decir? Preguntó disgustada.

– ¿Y qué quieres que te diga? 

– No sé, que muestres más tus sentimientos, ¿no?

– ¿Más? Mira Sara, yo más no puedo. Siempre lo he hecho, que luego hayan habido discusiones entre nosotros es otra cosa. Y que hayamos terminado como hemos terminado, sin saber nada el uno del otro aún teniendo una persona en común, de la cual me enteré hace poquísimo que la tenía y que había hablado contigo de mí, pues no sé… Pero medios han habido para aclarar cualquier cosa y yo siempre he hecho todo lo que estaba a mi alcance, así que no me reproches que no muestro mis sentimientos, te lo pido por favor. 

– Hablando de discusiones, no olvido todavía el bofetón que me pegaste. Pronunciaba sus palabras 
mirándome con rabia. 

– ¿Por qué solo te fijas en lo malo? Por qué no piensas un poquito en lo que te he dicho de Alex, en las conversaciones que podíamos haber tenido, ¿eh? Esta vez el que le miraba con rabia era yo.

– Porque cuando sale una cosa mala no puedo evitar acordarme de ella. ¿Por qué voy a tenerme que fijar en lo bueno cuando ya sabes todo lo que pienso de ti?

– ¿Qué piensas de mí? Bueno, me refiero. Me atreví a preguntarle sin tener ni idea de cuál sería su respuesta. 

¿Qué te quiero más que a mi vida quizás?

Y ahora es cuando esto no me lo esperaba. Que sí, que sé perfectamente que un amor tan fuerte como el nuestro no se puede romper por un tiempo que haya pasado, pero lo que no me esperaba es que me contestara tan directa, tan rápidamente. Esto me había chocado y descolocado por completo, tanto que no sabía ni que decir, ni si quiera mostrar mis sentimientos, como me había sentado todo esto… Me había quedado sin palabras, mudo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario