Narrado
por Pablo
Casi ni supe
reaccionar cuando me di la vuelta y vi a Sara frente a mí. Pensaba que no iba a
venir a buscarme, por eso me impresionó tanto, pero quizás que haya hecho esto
significa que si que tiene ganas de una conversación y espero decir, de una
reconciliación definitiva.
Me sonrió
e intentó quitarme mis lágrimas. No tenía ni idea de cómo acabaría todo esto,
pero me moría de ganas y de nervios por saberlo ya. De repente se fue acercando
a mí cuando me abrazó con fuerza. En ese momento rompí a llorar y la abracé
casi sin dejarle ni respirar, pero necesitaba estrecharla fuertemente. Siempre
que lo hacía la sentía mía y una vez más, así lo sentía. De pronto se separó de
mí y me miró fijamente.
–
¿Por qué lloras? Consiguió
preguntarme. Me parecía absurdo que me preguntara esto cuando lo sabía
perfectamente, por ella y solamente por ella.
–
Ya lo sabes. Respondí
directo.
–
No, no lo sé.
–
Por favor, Sara, ¿por qué voy a llorar? Preguntaba cruzado de brazos.
–
Dime la respuesta.
–
¿Quieres saberla? ¿Sí? Esta
vez era Sara la que permanecía cruzada de brazos, mordiéndose el labio y
mirándome fijamente. Me hizo saber que necesitaba conocer mi respuesta. Estaba
a punto de sincerarme como nunca antes lo había hecho. ¡Ahí va! Suspiré.
Aunque hablé la semana pasada con Hugo y me dijo que me querías, lloro
porque no soporto ni un día más verte y saber que no vas a estar conmigo. No
soporto que estemos separados, no soporto despertarme de la cama cada día y
saber que no te veo a mi lado, sonriente, besándome, como siempre lo hacías. Como
digo en Pasos de cero; ‘’No entiendo el despertar sin un beso de esos, sin tu
aliento en mi cuello. Sin ti yo me pierdo’’. Creo que con esta canción está
todo dicho, pero seguiré. Echo de menos todo de ti, todo, absolutamente todo.
¿Y sabes? Fíjate lo cerca que estás de mí ahora mismo, pero a la vez te siento
lejos y lo noto cada vez más. He sentido alguna vez que te iba a perder para
siempre, pero incluso hasta cuando estabas con Hugo lo sentía menos, ahora si
lo noto, que nunca más vamos a volver, que esto se acaba aquí. Y de verdad,
parezco un completo bipolar porque el otro día sí que sentía que hoy íbamos a
volver, pero me agota ya el no tenerte y me da a pensar todo esto. Y lloro por
eso, por miedo, porque cada día que pasa te sigo queriendo aún más que ayer. Y
no sé, no sé que más decirte, por eso estoy así, derrumbado. De repente me
callé, había dicho demasiado y ahora era el turno de Sara, ahora era cuando
tenía que averiguar lo que iba a pasar entre nosotros. Y bueno, también
quiero decirte… Volví a decir.
–
Shhhh, cállate, cállate ya. Sara me cortó, se acercó a mí posando un dedo en mis labios
mientras a la vez con su mano izquierda acariciaba mi mejilla. Qué bonito es
esto de volver a decir que sientes su respiración, respiración que sé que ambos
no podemos controlar. Notaba como nuestras palpitaciones aceleraban, hasta que
llegó ese cálido momento… En ese momento me besó, pero rápidamente se alejó. Te
quiero más que a nada en este mundo, recuérdalo siempre. Consiguió decir. Y
después de esto fui yo el que se lanzó, la cogí en brazos haciendo que nos
fundiéramos en un mágico beso.
De pronto
escuché aplausos y gritos. Sara y yo nos separamos y miramos hacia toda la
gente que se encontraba en la carpa. No podíamos contener la risa ante las
reacciones de mi familia, Ana, Alex y Rafa. Ellos han sido los que han vivido
nuestra relación más de cerca, los que nos han aconsejado y apoyado en los
peores momentos y en cierta parte los que han hecho que nos reconciliáramos, o
que mantuviéramos una conversación cuando nuestro orgullo quería parecer ganar.
Y lo agradezco enormemente, sin ellos seguramente no estaríamos viviendo este precioso
momento, porque es cierto que yo no me atrevía a decirle a Sara encima de ese
escenario que Solamente tú también iba dedicada a ella, así que sobre todo Alex
en realidad ha sido quien ha conseguido todo esto.
Bajé a Sara de
mis brazos mirando a todos los presentes que seguían gritando, pero al segundo
volví a besarle.
–
¡Sois unos cotillas! Gritaba
mientras me reía a carcajadas. Alex comenzó a venir hacia nosotros pegando
grandes saltos de felicidad y mucha gente más le siguió. Nos fueron abrazando,
todos sonrientes, hasta que llegó a él.
–
Por fin hijos míos, por fin. Decía mientras nos abrazaba a Sara y a mí a la vez. Os juro
que como os separéis otra vez hago con vosotros una ensaladilla rusa. Esto
parece una telenovela, ¡cuánto sufrimiento por Dios!
Todos los que nos
encontrábamos allí reímos una vez ante las ocurrencias de Alex, aunque era la
realidad, esto había sido una auténtica telenovela, pero como todas tienen su
final feliz y esta historia también la va a tener.
Comencé a pensar
en mi vida con Sara, en todos nuestros planes y de repente se me ocurrió hacer
una de las mayores locuras y a la vez de las cosas más románticas que puede
hacer un hombre por una mujer. Sinceramente, nunca me había planteado o
imaginado que esto podría llegar a pasar tan pronto, pero sentía la necesidad
de hacerlo. Tenía la suerte de que este restaurante no me pillaba muy lejos de
casa, así que me daría tiempo a planear todo y podría surgirse en este lugar el
momentazo que viviremos en breve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario