domingo, 21 de septiembre de 2014

Capítulo 45



Narrado por Pablo

Tomé la decisión de volver a Madrid, a dedicarme en cuerpo y alma a mi trabajo. Al fin y al cabo, la música es la única que nunca te abandona. Es la única que cuando tienes un mal día está ahí para levantarte el ánimo. Digamos que hay que subir el volumen y bajar el de los problemas. Y yo, ahora, la necesitaba como el aire para respirar. 

No me lo pensé dos veces, puse dirección, una vez más, a la estación María Zambrano. Miré el reloj y me fijé en que iban a dar las doce. Curioso que a pesar de haber cogido miles de trenes aún no sepa cuál es el horario más tarde, pero yo creo que llegaré a tiempo. 

Rápidamente llegué a la estación. Volví a mirar el reloj y ya eran las doce. Prácticamente no había nadie, por lo que me tranquilizaba. Hoy no era un buen día para encontronazos. Descansé por unos segundos y me mentí dentro. Hasta pronto Málaga…

Narrado por Sara

[Al día siguiente]

Sonó el despertador. Resoplé mientras intentaba levantarme de la cama. Todavía no me acostumbro a este horario y me cuesta demasiado. Bostezaba a cada segundo, ya que prácticamente no había dormido nada por todo lo que pasó ayer. Pero no tenía otra, tenía que acudir al trabajo… Como cada mañana bajaba a la planta baja, me preparaba mi desayuno, me duchaba, me vestía y salía. Ese era últimamente mi día a día, que no me quejo en realidad, pero me gustaría que mi vida cambiara y más ahora mismo, en este momento, que tengo pocas ilusiones. 

Salí de casa y puse dirección al hotel. Encendí la radio sabiendo que podría encontrarme a Pablo perfectamente, pero me apetecía escuchar música. Y vaya, no me equivoqué… ‘’Estamos escuchando Tanto, el primer single del nuevo disco del malagueño, Pablo Alborán.’’ Suspiré. Parece que este hombre me persigue… ‘’Ahora que me he quedado solo veo que te debo tanto y lo siento tanto’’. Al escuchar esas letras apagué la radio, no me apetecía seguir escuchando más. Su voz, sus canciones, sus letras me hacían sentir tanto y me recordaba tanto a nuestra relación. Tanto, tanto, tanto… Una y otra vez me dije a mi misma que me olvidara de él, pero por más que quisiera y pusiera todo el empeño en ello su presencia de alguna manera u otra siempre estará. Puedo parecer cansina diciendo miles de veces que tengo que olvidarme de él, pero por más que quiera no puedo, por eso lo digo tantas veces, para convencerme a mí misma que tengo que hacerlo, que tengo que conseguirlo. 

En ese momento el pitido de un coche hizo que no me centrara en mis pensamientos. Estaba tan metida en mis comeduras de coco que no me había dado cuenta de que cada vez más me iba pegando al coche de delante, tanto que estaba a punto de darle. El coche comenzó a acelerar un poco más hasta que paró de golpe, esto hizo que yo también lo hiciera y que chocáramos. Me di un suave masaje en el cuello, ya por suerte no me había hecho nada. Vi como un hombre se bajó y venía hacia mí, pero espera… – ¿Te has dado cuenta de lo que has hecho? Eres imbé… En ese momento se calló. Sí, mis suposiciones eran ciertas, era Hugo. ¡Sara! Decía acercándose a mí. – Perdóname por favor Hugo, no he tenido un buen día. Decía excusándome, aunque en realidad, era así, mi día no estaba siendo precisamente bueno y por eso no estaba muy puesta en la carretera. – No, perdóname tú por haber parado de golpe y haberte hablado así. Respondió arrepentido. Bueno. Fijó la vista en los coches y volvió a agacharse. No es momento de hablar aquí, hablamos en el hotel. Hugo me guiñó el ojo y se metió rápidamente en el coche. Le seguí y pusimos camino de nuevo al hotel.

En unos diez minutos llegamos al parking del hotel. Aparqué mi coche un poco más delante que al de Hugo y nos bajamos cada uno. – Hola. Dijo dándome dos besos. Miraba fijamente su coche, ya que por el impacto podría haberlo bollado, pero por suerte no fue así. De verdad, perdóname por favor. Volvió a decir. – No, perdóname tú. Insistí en que yo tenía la culpa, pero seguíamos bastante rato erre que erre con el típico ‘’no perdóname tú’’. Bueno, pues perdonémonos los dos. Tú perdóname por mi forma de conducir y yo te perdonaré por haberme hablado así, aunque considero que es normal. Ambos reímos. – Perdonados los dos. Lo mejor es que olvidemos todo esto. Respondió sonriente. – Olvidado. Le dije levantando la mano.

Entramos en el hotel y me coloqué detrás del mostrador de la recepción. Saludé con la mano a Hugo que ya se iba para su despacho y éste me sonrió con una gran sonrisa. En ese momento Cris entró por la puerta. – ¿Qué rollito te traes con el jefe? Preguntó mientras se colocaba a mi lado mientras yo la miraba descolocada. Esta chica era la mujer más cotilla que había conocido en mi vida. En una semana que llevo trabajando aquí me ha preguntado de todo prácticamente, y claro, sobre esto no iba a ser menos. Pero la adoro, adoro ese punto de locura que ella tiene. Es pronto para considerarle una amiga, pero va por muy buen camino porque es un verdadero amor de niña. – ¿Rollito de qué Cristina? Logré contestarle. – ¡Qué no me llames Cristina! ¡Sabes que lo odio! Respondió refunfuñona. No pude evitar contener la risa ante su reacción. Rollito me refiero a la sonrisa del jefe. Es raro en él. Volvió a decir. – ¿Raro por qué? Pregunté confusa. – Porque en los dos años que llevo aquí no le he visto sonreír con nadie nunca. De veras Sara, nunca. – Bueno, pues Sara Rodríguez lo ha conseguido. Le dije respondiéndole con una pose de diva. – ¿Qué te apuestas a que este se pilla por ti? – ¿Pero qué dices? Volví a reír. Porque me haya sonreído no significa que ahora se vaya a enamorar de mí, por Dios… Respondí moviendo la cabeza de un lado a otro. – ¿¡Qué te apuestas!? Volvió a repetirse. Tiempo al tiempo, ya me darás la razón. – Ay Cris que no, además yo no estoy hecha para el amor. Le dije cabizbaja y acordándome de las palabras de Pablo en su carta que me habían hecho replantearme tanto. – ¿Por qué? ¿Acabas de salir de una relación o qué? Preguntaba mientras me acariciaba el brazo. – Sí… Pero bueno, habrá que olvidarle, aunque será difícil, porque siempre por una cosa u otra le tendré presente. Suspiré mientras levantaba la cabeza impidiendo que mis lágrimas se deslizaran por mis mejillas. Quería controlarlas. No quería llorar más por Pablo. Nunca más. – Bueno eso pasa, cuando una relación te marca es duro de olvidarla. ¡Qué bonito me ha quedado! Rió. – Sí, pero no es por eso. Si no es que siempre voy a tener que saber de él por fuerzas. Día tras día. Y más ahora… – Cualquiera diría que es famoso y le vas a tener que ver en la televisión o escuchar en la radio siempre… ¡Bingo! Cris había dado en el clavo y me sorprendía bastante. La miré dando a entender que lo que decía era cierto. No… ¿¡Es famoso!? Sí, había entendido perfectamente que era eso por mi forma de mirarla. ¿¡Quién!? ¿¡Quién!? Repetía continúamente dando pequeños saltos. ¿Veis que no me equivoco cuándo digo que esta mujer es una cotilla? Ricky Martin. Indicó. – ¡Ojalá! Reí a carcajadas. Aunque bueno, no me quejo… Hasta más guapo es con quien he estado. – Pues David Bisbal, Bustamante ¿quizás? Volvía a decirme insistiendo. ¡Cristiano Ronaldo! No Cris, por Dios, es imposible, además tienen novia. Ya no sé ni lo que digo. ¡Sara dímelo ya! Yo no dejaba de reír ante cada hombre famoso que decía, porque no daba ni una. Yo que sé, alguien malagueño… Fijó su mirada en la mía y le hice saber que no iba mal encaminada. ¡Pablo Alborán! Alzó la voz y yo la miré rápidamente hasta que una sonrisa se me escapó simplemente por el hecho de que había acertado. No me digas que… ¿¡Pablo Alborán!? Preguntó gritando. – Shhhh, no grites. Sí, si es él. Respondí bajando la voz. – ¡No te creo! Madre mía con lo bien que canta y lo guapo que es y me muero ya, ahora. Respondió mientras se hacía la desmayada. Suertuda que eres. Ambas reímos. En ese momento entró un cliente, cosa que impidió que nuestra conversación siguiera. ¡Hoy te invito a comer! Cuando salgamos vamos a un chiringuito y me cuentas todo con Alborán, eh. Sí, soy muy cotilla. Volvió a decirme con un tono bajo. Acepté sin ningún problema y sonreí mientras metía unos papeles en una carpeta. Esta chica no dejaba de hacerme reír constantemente, cosa que le agradecía enormemente. 
 

4 comentarios:

  1. que bien, esta novela va por muy buen camino, y esta chiquilla al fin puede sonreír despúes de todo lo que le ha pasado en esa vida tan dura que ha tenido... sigue escribiendo así que vas demasiado bien y debes haber enganchado a demasiadas personas con esta entretenida lectura...

    ResponderEliminar
  2. Hola encontre la novela y me la he leido en un dia en una maravilla!!! Vas a seguir subiendo?? Me encantaria porque escribes genial.....espero que sigas besos

    ResponderEliminar
  3. ¡Hola chicas! Mil gracias por vuestros comentarios que hacen que vuelva con más fuerza y ganas que nunca. Deciros que he estado este tiempo sin subir porque me tomé un tiempo, un descanso, pero para buscar nuevas ideas para la historia y las he encontrado, he seguido escribiendo este mes y pico para que no todos los capítulos se me acumularan.
    Milagros, justamente me has preguntado y me has escrito hoy y ha sido el día en el que he subido. Mil gracias por haberte leído en un día la historia. De verdad, no te imaginas lo que me emociona eso.
    Mil besos.

    ResponderEliminar