sábado, 13 de septiembre de 2014

Capítulo 42



Narrado por Sara

Me acosté en mi cama apoyando mi cabeza con mis manos, aún sin dejar de derramar mis lágrimas. Seguía sin poder evitarlo. Quería descansar, desconectar de todo, relajarme, pero no sabía cómo hacerlo. Había sido un día lleno de muy malos momentos y apenas tenía ganas de nada. Encendí mi móvil para poder hablar con Cris, ya que creo que será la única que me podrá animar en estos duros momentos. Suspiré y me quedé impresionada al ver la cantidad de llamadas que tenía de Pablo… Y de nuevo, el dolor se apoderó de mí.

En ese momento mi madre entró a mi habitación. – Sara, ¿puedo pasar? – Ya estás dentro. Dije aún de muy mal humor, por todo, pero también por el poco interés que mostró mi madre en la cocina. – Perdóname, por favor. Sabes perfectamente que te apoyo en todo. Para eso soy tu madre. Dijo sentándose a mi lado. ¿Ha pasado algo? Te noto los ojos hinchados. Preguntó mientras me miraba los ojos fijamente y acariciaba mi mejilla. – Ha pasado de todo, mamá… Respondí volviendo a derramar mis lágrimas. Soy una persona muy sensible y me afecta todo muchísimo, pero esto no era una simple tontería. Lo de Pablo, las palabras de David, e incluso lo que pasó con mi madre me afecta. – Cuéntame cariño. Indicó acariciando mi pelo. – David se va, me ha pedido perdón. Y Pablo… Pablo me ha vuelto a fallar. Se ha acostado con una. – ¡No me lo puedo creer! Dijo enfadada. ¿Y todavía me seguirás preguntando por qué no quiero que estés con él? Me estoy hartando. – Y yo también mamá, créeme. Yo también. Contesté mirándole. – Mira Sara, yo le tengo mucho cariño a Pablo, pero quien me dueles eres tú. Tú eres quien me corre por las venas. Dijo señalando su brazo. En ese momento me abracé a ella. Era absurdo pensar que mi madre no me va a apoyar, porque siempre, lo ha hecho, lo hace y sé que lo hará. – Mamá, ¿yo he hecho algo mal en esta vida? ¿Por qué todo me sale tan mal? ¿Por qué soy tan infeliz? ¿Por qué cada vez que me he enamorado me la han jugado? – Ay hija, son muchas preguntas que ni yo misma sé que responderte. Parece que las personas buenas son las que más sufren y supongo que el de arriba nos lo mandará para saber afrontarlo. – Pues yo no sé afrontarlo, mamá. Yo me voy a volver loca. Es que Pablo… – Shhhh. Dijo posando su dedo en mi boca. Sara, por favor, olvídate de él. Decía sin dejar de abrazarme y de acariciarme. – Yo también quiero hacerlo y esta vez no voy a poner pegas. Tengo que olvidarme de él. Logré sonreír un poco. – Seguro que vas a encontrar a alguien que te quiera. Además, Sara, ese no es tu mundo. Tu no mereces que la gente te conozca por ser ‘’la novia de’’, si no por todo lo que vales. Escuchaba atentamente las palabras de mi madre y cada vez estaba más convencida de que tenía toda la razón del mundo. No era para nada mi mundo. Cuando empecé a enamorarme de Pablo lo decía, que no me gustaría ser conocida y en realidad me ha traído muchas cosas malas. No sé si esta será la definitiva, si será cuando me olvide de él y haga mi vida por otro lado, pero que voy a poner todo mi empeño en conseguirlo eso no lo duda nadie.

Narrado por Pablo

De nuevo, volcado en el alcohol, bebiendo cada botella para ahogar mis penas en ella, parecía que era la única solución y sé que era la peor forma, recurrir a la bebida, pero no sabía cómo afrontar el rechazo de Sara. Nunca pensé que me iba a llegar a enganchar tanto a alguien, pero así ha sido. 

Me di cuenta de que no podía seguir así, que si sólo recurría a beber me iba a traer muy malas consecuencias, así que decidí tirar todas mis botellas sin importarme haberme gastado bastante dinero en ellas y darme una ducha de agua fría. En cierta parte, por lo menos así me iba a relajar un poco, aunque fuera bastante difícil. 

Salí de la ducha siendo consciente de todo lo que hacía, y es que ese baño parecía que me había sentado divinamente. Cogí dos toallas, una para que me cubriera mi cuerpo y otra para sacudirme el pelo, ya que lo tenía bastante mojado. Cogí un pantalón de deporte y me lo coloqué dejando mi torso al aire. En ese momento me senté en mi cama apoyando la cabeza con mis manos y comencé a pensar… Pensé en mi futuro, tanto profesionalmente como personalmente. Había cosas que necesitaba cambiar y otras que necesitaba recuperar, y sí, se trata de la persona que todo el mundo piensa, de Sara. Aunque ayer dije que me tendría que ir, sería una locura irme tal y como está mi trabajo ahora mismo, pero me tira más el querer luchar por lo que quiero. 

Decidí llamar a Rafa, a ese hombre que es mucho más que llamémosle, ese seguridad que me acompaña a todos lados, es incluso más que un amigo, es como un hermano al que he recurrido a él en bastantes ocasiones. Con él me he desahogado contándole todas mis penas y esta vez le necesitaba más que nunca. La llamada inició y tras unos segundos sin saber que decir, logré contarle como me sentía. – Rafa, te necesito. Le dije con un nudo en la garganta. – ¿Qué ha pasado? – Sara. Dije sin más. – No me jodas, tío. ¿Qué ha pasado con ella? Preguntó un poco alterado. Según Rafa me había contado, él la encontró en Málaga y le contó todos mis planes conmigo, y desde ahí se habían convertido en grandes amigos, así que podía entender perfectamente que estuviera alterado. – Ayer me acosté con Andrea. Pero lo peor es que Sara me ha visto en la revista con ella, abrazado y se lo he tenido que contar todo. – Pablo, siento muchísimo decírtelo, pero, ¿eres idiota? – Sí, si lo soy. No me afectaron para nada sus palabras, ya que tenía toda la razón del mundo. Era un completo idiota por perder a la chica más maravillosa de este mundo. Pero no fue mi culpa, ¿vale? Bebí y ya sabes lo que acarrea eso. – ¿Y qué cojones haces llamándome? Ve a Málaga y lucha por ella, tío. – Pero y si… – Pero nada. Me cortó. Explícale que fue por el alcohol, joder. – Rafa, déjame hablar. Ya sabe que fue por culpa del alcohol y piensa que ha sido nada más una excusa. – Aún así, ve y lucha por ella. Rafa consiguió sacarme una sonrisa que nadie había podido sacarme durante estos días, así que se lo agradezco enormemente. – ¿Pero y el disco? Pregunté. – Hoy no tienes que hacer nada. ¡Déjate de excusas! – Ya, pero... Bueno, tienes razón. Gracias una vez más hermano. Me ponía como un imbécil contando mis problemas sentimentales, ya que nunca he sabido qué decisión tomar, por eso sé que Rafa me conoce a la perfección y siempre acierta con lo que quiero, con lo que es mejor para mí y como he dicho, siempre acierta con la decisión que mi cabeza piense que es la más adecuada para tomar. 

Dejé mi móvil en una mesa y comencé a hacer la maleta. Luchemos por lo que uno quiere… 

No hay comentarios:

Publicar un comentario