Narrado por
Pablo
No me podía creer que
yo fuese el culpable de lo que le pasó a Sara. Todo encaja. Hace cuatro años, la
forma en la que lo ha contado todo, fui yo… He de decir que tuve un motivo por
el que hice eso, el alcohol. Nunca he sido de beber, pero hacía unos días que
mi abuela había fallecido y necesitaba olvidar ese mal momento y recurrí a la
bebida. Me arrepiento. Siempre me he arrepentido de eso. Aunque iba un poco
borracho recuerdo perfectamente todo. Con razón Sara desde un primer momento me
sonaba bastante, a pesar de haberla conocido de pequeña, era por eso… Ahora no
sé qué hacer, no sé si alejarme de ella, porque cuando se entere me va a odiar.
Odia al hombre que le hizo la vida imposible y aunque sea yo, su pareja, me va
a seguir odiando por eso. Encima le he mentido, le he dado a entender que me ha
preocupado quién era, le he dicho que iba a estar con mi música y la realidad
es que necesito estar solo, pensar, pensar en si le tengo que contar la verdad
o no. Desde ese día yo tampoco soy yo. Siempre he defendido a la mujer y más
aún si es agredida o pegada por un hombre, odio eso y yo, yo lo hice. Me siento
impotente, me siento el mayor hijo de puta que hay en esta tierra, porque
aunque pasó sin yo quererlo, pasó. Y encima ha sido a la persona que ahora
mismo más quiero, de la persona que estoy enamorado. No sé cuánto tiempo voy a
soportar el silencio, pero creo que no mucho. Necesito decirle la verdad, luego
las consecuencias ya vendrán solas, pero ella tiene que saberlo, tiene que
saber que yo fui ese hombre al que tanto le desea el mal por haberle hecho
tanto de sufrir. Si antes no me lo perdonaba, ahora menos.
Después de bastante
tiempo pensando, necesitaba soltar todo. Como he dicho, el silencio sería peor,
que luego venga lo que quiera, pero me siento mal mintiéndole. Más aún de lo
que ya estoy… En ese momento cogí mi móvil y le mandé un whatsApp a Sara para
ver si podía venir a mi casa.
Pasado 5 min sonó el
timbre. Nervioso, mordiéndome las uñas abrí. - ¡Pero Pablo! ¿Para qué me llamas si hemos estado hace nada? ¿No
decías que no podías? Sara se acercó a mí para volver a darme un beso. – Ya, pero es que tengo que contarte algo. Dije
separándome de ella. Vayamos a mi
estudio, estaremos más tranquilos. Entramos en mi estudio
y nos sentamos en ese sofá blanco. Siempre le he tenido mucho respeto, ya que
nunca me he liado con ninguna chica y nunca lo haré, pero puede ser que esta
vez sea testigo de una fuerte discusión. -
¿Qué pasa? Me estás asustando. Desde que te fuiste de mi casa te he visto raro.
Dijo rascándose la cabeza. – A ver,
no sé por dónde empezar. Contesté nervioso. ¿Recuerdas lo que me has contado antes? – Si… Para no olvidarlo. – Fui
yo. - ¿¡Qué!? Sara alzó la voz. ¿Qué
dices? No puede ser. Yo únicamente le miraba hasta que una lágrima comenzó a caer. No. Me niego. No, Pablo no. Sara se levantó y empezó a
caminar de un lado para otro. – Si, Sara,
fui yo. Conseguí decir bajando la cabeza avergonzado por lo ocurrido. Sara me miraba con ojos tan grandes como platos y
bastante seria. Aunque más bien seria, enfadada, cabreada. Me preocupaba la discusión
que tuviéramos al contarle todo. Antes de
nada, por favor, déjame terminar. Te lo suplico. Necesito contarte todo.
Necesito explicarme. - ¡Habla ya, joder! Dijo Sara nerviosa y enfadada. – Fui yo el que te hice… eso. Pero no era
yo, el que lo hacía, era como si fuera otra persona. Tenía 20 años, era un
idiota, sí, lo era y el mayor motivo por el que me emborraché fue por la muerte
de mi abuela. Necesitaba olvidarlo todo y recurrí a lo peor que hice, el
alcohol. Sé que será difícil perdonarme y no te lo pido, pero sí que por favor
lo entiendas. Si yo llego a ser consciente de cómo estaba nunca te hubiese
puesto una mano encima, ni si quiera te hubiese besuqueado y mucho menos
intentar llegar a la violación. La cara de Sara era un poema. Estaba totalmente
pálida, sin apenas decir ninguna palabra. No sé si era mejor que estuviese así
o que comenzara a hablar. Y es normal que actúe de esa manera, yo también lo
hubiese hecho en mi caso. Di algo, por
favor. Le acaricié la pierna. -
Suéltame. Dijo apartándose de mí. Fue lo único que logró decir.
Después de unos minutos
de estar ambos callados me levanté para coger una botella que había en mi mesa.
Estaba sediento. – Tú… Comenzó a
llorar. ¿Cómo pudiste ser capaz? ¿Sabes?
No voy a insultarte, no voy a darte un tortazo, simplemente decirte que me has
jodido la vida, otra vez, y cuando estaba mucho mejor ahora al saber que has
sido tú, voy a volver a recaer. Gracias Pablo. Gracias. – No puedo verte así. Le
acaricié el pelo. - ¡Qué me sueltes te he
dicho! No quiero que me toques. Olvídate de mí. Olvida todo lo que pasó anoche.
Piensa que solo fui una chica a la que te has tirado. Y ya. Dijo secándose
las lágrimas. – No me digas eso, por
favor. Me niego a olvidarte. Es más, no puedo. Punto uno, te quiero. Punto dos,
quieras o no algún día nos tendremos que ver. Recuerda que somos vecinos. – Por
desgracia, sí, lo somos. Pero, no sabes cuánto me arrepiento de haberme mudado
aquí, de haber empezado una relación contigo, de haberlo hecho ayer. Me
arrepiento de haberte conocido. Esas
palabras se me clavaron como puñales. Quiero creer que no las siente, que son
fruto de la rabia, pero no soy capaz de pensar que se arrepiente de
lo que pasó cuando ayer era completamente feliz a mi lado. – No puedo creerte. Lo siento. – Mira Pablo, cree lo que quieras. No
hará falta decirte que esta relación de apenas una noche se ha terminado, ¿no? Se
levantó dispuesta a irse. Ah bueno,
aunque ayer mismo te dije que le deseaba el mal a la persona que me hizo eso, o
sea, a ti, pues no tengas en cuenta esas palabras, no te lo deseo. No puedo. Te
quiero mucho. Pero de verdad, olvídate de mí. Será lo mejor. Y después de
esas palabras de despedida que tanto me dolieron se marchó. Sin más. Yo la dejé
ir. No podía hacer otra cosa, ya que sabía que si iba tras ella todo iba a ir a
peor. Será difícil olvidarme de ella y no puedo hacerlo. Todo ha sido corto,
pero intenso, tan, pero tan intenso… Me duele que por un pasado ahora esto se
vaya a la basura. Sinceramente, no me quito culpabilidad, pero no entiendo
porque el de su actitud cuando todo pasó en un pasado. Cuando fue culpa de mi
borrachera y como ya he dicho, recurrí a al alcohol por la muerte de mi abuela,
si no, nunca lo hubiese hecho. Sara ya me conoce como soy, sabe que he
defendido cuando David le pegó, incluso quise meterme en peleas por ella. He
odiado siempre la violencia de género. Ya lo he dicho en alguna ocasión. Pero
no puedo hacer nada más. Podría intentarlo, pero será inútil. Sara está muy muy
cabreada conmigo y sé que será para nada. Sólo queda confiar en el tiempo o en
una segunda oportunidad.
Narrado por
Sara
Salí de casa de Pablo y
corriendo me metí en la mía. Por suerte ni mi madre ni mi hermana estaban en
casa. O por desgracia, porque ahora mismo necesito un abrazo que me consuele.
Estoy rota por dentro. Tanto que me siento incapaz de superar esto. La persona
de la que estoy enamorada fue la que intentó violarme. La persona que pensaba
que me iba a hacer feliz día a día fue la que me ha jodido la vida. Agradezco
que me lo haya contado, porque si me lo hubiese ocultado hubiese sido peor para
mi reacción. Sinceramente, ahora lo pienso y tal y como es mi carácter he
reaccionado bastante serena, pero como le dije a Pablo, no puede darle un
tortazo, ni si quiera soy capaz de insultarle, estoy bastante enamorada de él
como para hacerlo. Lo único que puedo hacer es olvidarle. Aunque sea difícil. Y
soy tonta, porque me dolerá verle en brazos de otra, pero será lo mejor, dejar
de quererle. Es curioso y no sé si hasta llamarlo gracioso, pero nuestra
relación ha durado una noche. Cuando pensé que podría ser feliz con una
persona, la vida me vuelve a demostrar que no estoy hecha para el amor. Tanto
personalmente, en general, como en el tema del amor, me han dado tantos palos y
me he caído tanto que creo que hasta al suelo le duele más que a mí.
Subí a mi habitación,
ya que todo este tiempo de reflexión lo hice en el salón. Era raro, pero ni una
lágrima caía. Había llorado tanto estos últimos días que creo que ya no tengo
fuerzas ni para volver a hacerlo. ¿Cuándo podré ser feliz del todo? Esa pregunta que me
he hecho tanto y nunca he encontrado respuesta. Cuando pienso que estoy
empezando a ser feliz, luego viene algo por lo que se estropea. No puedo decir
que aborrezca mi vida, porque por desgracia hay gente que se muere de hambre,
que tiene una enfermedad, que no tiene familia y yo gracias a Dios tengo todo
lo mencionado, que sí, me falta el amor, sí, me duele lo que me pasó y sobre
todo que haya sido Pablo, pero saldré de esto. Soy fuerte. Soy una luchadora.
Tengo que conseguirlo.
Narrado por
Pablo
[Al día siguiente]
Un nuevo día amanecía.
Cuando pensaba que comenzaría una vida junto a otra persona todo se fue a la
mierda. Estoy orgulloso de mi mismo por haberlo contado y no haber llevado la
mentira tan lejos. Orgulloso por decir algo… porque de esto siempre me
arrepentiré, pero, ¿qué se le va a hacer? La vida es así. Ojalá tuviera fuerzas
para luchar por Sara, pero siento que no puedo, no puedo no por mí, sino por
ella, no quiero que mi presencia le haga daño. No puedo hacerle más daño del
que ya le he hecho.
Me vestí, me eché mi
colonia favorita y salí a dar una vuelta para despejarme. En ese momento vi a
Sara saliendo de su casa y no dude en irme hacia ella. En realidad, sabía que
aunque decía de no querer buscarla no puedo hacerlo, necesito que me perdone.
Cambio de opinión, pero ha sido verla y darme cuenta de que sí, de que tengo
que luchar por ella, por su perdón y por hacerla feliz. – ¡Sara! Ella tan sólo cerró la puerta, se dio la vuelta y me miró
fijamente. – Como esto vaya a pasar día a
día te juro que me voy y no me ves más. No me busques Pablo, por favor te lo
pido. Déjame. Comenzó a andar y yo iba tras ella. – No puedo, joder. Te quiero. ¿Por qué no me perdonas? Entiende que
eso pasó hace tiempo y que ahora no lo volvería a hacer. Le cogí del brazo
para que se parara. Dime algo, por favor.
Aunque sea pégame, pero haz algo. Le miré serio. – Y yo te pido por favor que me dejes. Siguió andando. Una vez más,
la dejé ir. Era lo mejor. Crucé la carretera y un coche vino hacia mí…
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