Narrado por
Sara
El sol entraba por la
ventana, los pajarillos cantaban y una vida junto a Pablo comenzaba. Abrí los
ojos, miré el reloj y eran las 11 y media de la mañana. – Pablo. Pablete. Comencé a darle
tortazos en el brazo. Pablo comenzó a abrir los ojos. Buenos días pequeño. Vaya cara de sueño que tienes. Reí. – Buenos días, mi niña. Se acercó a mí y
me dio un tierno beso. He dormido como un bebe. Sonrió. ¿Qué hora es? Dijo bostezando. –
Ya veo, ya. Son las 11 y media. – ¡Se nos han pegado las sabanas, eh! Pero,
¿sabes? Me quedaría toda una vida así, contigo, dándonos besos y abrazos. Fue
increíble la noche de ayer. Sus palabras hicieron que sacara la mejor de
mis sonrisas. Desde que estoy con Pablo, me noto mucho más tranquila, más
feliz. De hecho, hace días que no tengo esa pesadilla del pasado.
Definitivamente, mi cura ha sido enamorarme. – Lo mismo digo. Adoro esta sensación. Soy muy feliz, Pablo. Desde hace
años no soy la misma por una cosa que me pasó, pero ahora me has cambiado la
vida y te doy las gracias por ello. Le di un beso en el pecho. - ¿Qué te pasó, amor? Tienes mi total
confianza aunque llevemos desde ayer. Rió. Tú me lo dijiste anoche y ahora te lo digo yo, quiero ser esa persona
que esté contigo en las buenas y las malas. Sonreí. – Está bien, te lo diré. Tragué
saliva y nerviosa me dispuse a contarlo todo. Esta historia sólo lo sabía mi
madre y nunca me había atrevido a contársela a nadie más, pero en Pablo sentía
una confianza plena. Sabía que con él me podría abrir y me apoyaría en todo,
absolutamente todo. – Pues a ver, todo
empezó en una noche de Mayo. Pablo se rió. ¿Qué pasa? Dije seria. –
Perdona que me ría en este incómodo momento para ti, pero me ha hecho gracia
porque has dicho la misma frase que comienza Toda la noche, una canción mía. Sonreí.
Bueno, perdona, sigue. – A ver como sigo…
Comencé a ponerme nerviosa. –
Tranquila cariño. Si quieres me lo cuentas otro día, pero no quiero verte
nerviosa. Me acarició el pelo. – No,
no, necesito soltarlo. Simplemente es que no sé cómo empezar. A ver sigo. Suspiré.
Yo nunca he sido de salir de fiesta, pero
hace 4 años mis amigas, bueno ya no lo son desde ese día, me dijeron de salir,
pero era una discoteca que estaba en el polígono. Total, llegamos allí y estuve
hasta las tres de la mañana más o menos y ya me quería ir, pero las chicas no
querían venirse, entonces me molestó que me dejaran venirme sola y ni si quiera
se preocuparan por mí. Y bueno, pues salí de ese sitio y eso parecía la boca de
un lobo y llegué a un sitio que estaba descampado y… uff. Volví a suspirar
y Pablo me cogió la mano con fuerza para tranquilizarme. Allí había un chico y cuando me vio empezó a llamarme para que fuera.
Yo empecé a correr, cosa que no debería de haber hecho y él vino detrás de mí,
pero yo me caí y se tumbó encima de mí para intentar violarme. Empezó a
besuquearme, pero en ese momento cogí una piedra y le di en la cabeza. No sé qué
sería de ese chico… No llegó a la violación, pero yo
desde ese día soy otra, no salgo apenas, no he estado con ningún chico hasta
hace unos meses que apareció David y lo que me pasó se me repite noche tras
noche. Es una pesadilla que no me deja vivir y hasta hace poco me he ido
recuperando más hasta que has llegado tú y me has cambiado la vida por completo.
Pablo se quedó mudo, blanco, sin decir nada. Pablo, ¿estás bien? Pregunté preocupada. – Eh, si, si, simplemente es que me he quedado a cuadros. Me cuesta
creerlo. Voy al cuarto de baño, ¿vale? Salió de la cama, se coloco el
bañador, ya que todavía seguíamos desnudos y se fue al baño como dijo. Yo
comencé a llorar al recordar todo lo vivido.
- ¡Ya estoy aquí! Entró Pablo tras pasado 15 minutos. – Ya has tardado… Madre mía. – Y entonces,
no reconoces al chico que te hizo eso, ¿no? Dijo rascándose la cabeza. – No… Yo estaba intentando escapar
de sus brazos. Sólo me di cuenta que era un chico un poco más alto que yo y sin
barba. Lo único que deseo es que le vaya todo mal y yo nunca deseo el mal a
nadie, pero a él que me ha jodido tanto la vida sí, lo siento mucho. Dije apenada. –
¿Entonces por eso vas al psicólogo? – Si… Mi madre está desesperada y por tal
de que olvide todo he tenido que ir. ¿Y tú porque vas? Ya que estamos hablando…
- No, yo simplemente fui para visitar a mi amiga. – Ahhh. Sonreí. Pero bueno, dejemos de hablar del tema, ya lo
sabes todo. ¿Vamos a dar una vuelta? Necesito que me dé el aire. – No puedo. Contestó
rápidamente. Tengo mucho lío con la
preparación de una nueva canción y tengo que enviarle a mis músicos parte de
canciones. - ¿Y no lo puedes hacer otro día? Le hice pucheros. Sabía que
eso a Pablo le encantaba. – No. Dijo
sin más. Me preocupaba que estuviese tan serio, ya que aunque sea una tontería,
el siempre accede a mis tonterías. Lo
siento. Tengo que dejarte, que si no se me echa el tiempo encima. Pablo
comenzó a vestirse. Nos vemos otro día. – Espera que te acompañe a
la puerta. Bajamos las escaleras y nos despedimos con un tierno beso.
Narrado por
Pablo
Llegué a mi casa y tiré
las llaves en el sofá con fuerzas. ¡No puede ser! Me decía a mí mismo.
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