Narrado
por Sara
Me extrañaba
que Hugo hubiese llegado tan rápido, ya que tenía entendido que la cafetería estaba
llenísima. Me levanté para sostener los cafés cuando me quedé atónita al darme
la vuelta. Abrí los ojos de par en par no dando crédito a la persona que tenía
frente a mí. ¡PABLO! ¿Pero qué hacía aquí, joder? Lo que me faltaba…
– Bueno, veo que
no era la persona que esperabas. Pero hoolaa… Me había enamorado de la forma que
había pronunciado ese ‘hola’, con esa voz tan dulce que tiene. Lo siento mucho mi ni… Rápidamente se calló y me dio un fuerte
abrazo mientras me acariciaba la espalda suavemente. Ese ‘mi niña’ que no lo
logró terminar de decir me había hecho sentir súper cómoda.
– Pablo, ¿qué
haces aquí? ¿Cómo te has enterado de lo que ha pasado? Preguntaba
confusa.
Aunque perfectamente sabía su respuesta, Alex. Ahora entiendo ese
‘habían’ y ’estarán’ de Bea cuando hablaba de lo mucho que le faltaba por venir
a Alex. Era por Pablo… Ya decía yo que me olía raro su mirada con Cris, lo rápido
que cambió de conversación. ¿Por qué iba a ser si no?
– Me lo dijo
Alex. ¡Confirmado!
– Gracias por
estar aquí. Sonreí.
– Tenía que
estar. Ya sabes lo mucho que adoraba a tu hermana. Me decía
mientras rodeaba el banco para venir hacia mí. ¿Puedo
abrazarte?
– No hace falta
que ni me lo preguntes. Volví a sonreír. Mira por dónde que Pablo a falta de
una, dos sonrisas había conseguido sacarme y seguidas. Nada más que le dije que
podía se acercó a mí observando mi cara y volvió a abrazarme.
Me había sorprendido que estuviera aquí cuando no tenía por qué. Estando
de tanta promoción, de un lado para otro, aún ya ni estando juntos y que haya
venido solo a Málaga por nosotras dice mucho, me llega a pensar en que de
verdad le importo. Aunque bueno, nunca he dudado de eso… Pero a la vez, no
quería que estuviera aquí, no quería tenerle en mis brazos ahora mismo, él se
irá a Madrid a hacer su vida y yo me quedaré pensando de nuevo en este detalle,
en este abrazo, o en lo que pasará, que a saber que será…
– Sara, ¿qué
haces? Rápidamente me separé de Pablo y fijé la vista en Hugo… Adiós… Él… Estaba
tan cómoda en los brazos de Pablo que no me había parado a pasar que de un
momento a otro podía venir Hugo y nos descubriera. Que no estábamos haciendo
nada malo, solo era un abrazo, pero conociendo lo celoso que es seguro que se enfadará. ¡Hostia, el Alborán!
Indicaba fijando la vista en Pablo. ¿Qué
haces abrazada a él? Yo también fijé mi vista en él para hacerle saber que se estuviera
callado, que no contara nada de nuestra pasada relación.
– Mmmmm, es que
ya sabes lo mucho que le gustaba a mi hermana, entonces he contactado con su mánager
y ha venido. Un gran detalle por su parte. Sonreí.
– No Sara, estás
mintiendo, no hagas como que no me conoces. Intervino Pablo.
Y todo los puntos que había ganado al venir hasta aquí en un día como hoy
los acababa de perder al contarle que le conocía más a fondo, ya que yo ahora
no sabía cómo salir de esto, ya que como acababa de decir, Hugo era muy celoso
y podía confundirle.
– Sara, ¿me vas
a decir que cojones pasa? Preguntaba de nuevo Hugo.
– Sí, si te lo
voy a decir. Que yo estuve con él, fuimos pareja. ¿Contento? Miré a Hugo. ¿Contento? Miré esta vez a Pablo pero
con una mirada de rabia. Este no era el momento para contarle que había estado
con él, pero si llegaba más lejos la bola de la mentira se haría más gorda y
cuando explotara sería peor.
– ¿Ah sí? Bueno, pues tú, vete. Le señalaba a Pablo. Y como lo
imaginaba, Hugo sacando su vena celosa… Algo que odiaba…
– Si hombre,
llevo cuatro meses sin verla y me vas a
venir tu a decirme que me vaya. ¿Quién te crees que eres? Replicó Pablo.
– Su chico. Indicó esta vez
Hugo. Yo rápidamente miré a Pablo y agaché la cabeza. Tampoco este era el
momento adecuado para decirle que estaba con una nueva persona. Permanecía con la mirada perdida, sin decir ninguna palabra. Sabía que
se iba a quedar callado ante estas palabras, le conozco… Así que ya sabes, te vas. Volvió a decir Hugo.
– Pero a ver,
¿tú quién te crees que eres?
– ¿Otra vez? Su
chiiiiico. Contestaba con recochineo.
– ¿Vas a dejar
de vacilar? Le preguntaba Pablo enfadado levantándose del banco.
– Oh, pero si el
maricón de Alborán le echa dos huevos. De repente Pablo se fue para Hugo
pero yo le detuve.
– Pues si te
contara este maricón lo que le ha hecho disfrutar a tu chica. Madre mía…
– A ver, ya, ¿no?
Joder. ¿Es que nadie piensa en mí o qué? ¿Es que de verdad creéis que este es
el momento para hacerse los machitos? Porque estáis demostrando muchas cosas…
Una de ellas es que no os importo tanto como decís o como queréis mostrar.
Sabiendo lo mal que estoy, venga… a montar el espectáculo. Os aplaudo de
verdad, os aplaudo. Y eso hice, mostrando mi enfado que creo que nunca antes lo había mostrado tanto,
pero jamás me había sentido tan violenta y dolida, y encima por dos personas
importantes en mi vida que tantísimo quiero.
– Lo siento. Dijeron ambos a
la vez.
– Pablo, quédate
aquí sentadito, que ahora tenemos que hablar, Hugo ven. Me llevé a este último
un poco más apartado de Pablo. Debía de entender que tenía mucho que hablar con
la otra persona, por muy celoso que sea…
– Mira, a mí ese
Alborán me ha tocado los cojones. Indicaba enfadado.
– Y mira, este
no es el momento, pero sí he estado con él, y le he querido muchísimo, por lo
cual necesitamos una conversación así que te agradecería que te fueras con mi
madre y me dejaras un momento a solas.
– Vale, está
bien, me voy. Hugo se acercó a mí para besarme, pero yo me aparté.
No sabía sinceramente porque lo hacía y eso me preocupaba, yo misma me
preocupaba porque estaba tan liada con la presencia de Pablo que ya no sé si no
me apetecía por él o por lo enfadada que estaba con ambos. Vale, perfecto, maravilloso…
Hugo se fue enfadado y yo me fui de nuevo con Pablo. Con Hugo tendré
tiempo de aclararlo, con Pablo no… Él no está aquí siempre y además tenemos una
charla pendiente, una muy larga que sinceramente, no sé cómo acabará.
No hay comentarios:
Publicar un comentario