Narrado
por Sara
[Al día
siguiente]
Y llegó el
peor día de mi vida, de todos mis 23 otoños se coronaba como tal. Prácticamente
toda la vecindad se había enterado de la muerte de mi hermana y comenzaban cada
vez más gente a acudir al cementerio. La verdad, a pesar de estar muriéndome de
dolor por dentro, agradecía enormemente el detalle de que se hayan acercado.
Hugo no se
había separado de mi madre y de mí en ningún momento. De hecho, anoche no
durmió en el hospital. Bueno, ninguno de los tres lo hicimos… Algo que me hace
feliz. En ese momento aparecieron Cris y Bea por la puerta. Sentí un poco de
calor al verlas entrar, ellas me daban todo lo que necesitaba y hoy el apoyo de
mis dos mejores amigas lo necesitaba como el comer.
Las dos se
acercaron a mí y me dieron el abrazo más largo, cálido y fuerte del mundo. – Lo siento mucho, mi niña. Indicaron las
dos a la vez. – Gracias, gracias por
estar aquí. Volví a abrazarles. ¿Sabéis
algo de Alex? – Sí. A Bea le ha
hablado. Indicó Cris. – Exacto. Antes
de entrar me ha dicho que ya habían llegado a la estación, por lo cual ya
estarán de camino. Dijo esta vez Bea. – ¿Habían? ¿Estarán? ¿Quién viene con él? En ese momento Cris y Bea
se miraron rápidamente y yo no entendía el por qué. – Mmmmm, ¿he dicho habían? No, viene él solo. Replicó la rubia. Esto me suena un poco falso, pero
bueno, con todo lo que tengo encima tampoco me preocupa.
Narrado
por Pablo
Cada vez
quedaba menos y me moría de los nervios. Como mencioné ayer, era un día malo
para nuestro reencuentro, en el que lo que menos importaba era la relación que
un día tuvimos, pero yo necesitaba ya verla, saber como estaba, apoyarla,
cuidarla, mimarla. Quién sabe si esto pueda dar pie para que estemos de nuevo
juntos. Ojalá…
El autobús
paró en la parada y nos bajamos de él. Teníamos la suerte de que paraba en un
punto en el que el cementerio quedaba a solo dos kilómetros, por lo cual no
teníamos ni que coger ni taxi, ni otro autobús ni nada, con ir andando bastaba.
Después de
unos minutos llegamos a la puerta. – ¿Vas
a entrar ya o te esperas? Preguntaba Alex mientras tiraba la colilla al
suelo y la pisaba para apagarla. – Prefiero que el primer encuentro entre Sara
y yo sea a solas, así que te agradecería que cuando la vieras sola me avisaras
de que ya podría entrar. – Me parece perfecto. Ya te aviso hermano. Contestó
dándome un tortazo en el hombro y entrando.
Yo me quedé
pensando en todo… En cómo sería el verla después de estos meses, en su
reacción, en cómo se tomaría que yo esté aquí. ¿Le gustará o no? Llega un
momento en la vida dónde necesitas detenerte, ver dónde estás y mirar hacia
dónde quieres ir. Y yo lo tenía muy claro, el nombre de la persona hacia dónde
quería ir, Sara.
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