miércoles, 24 de diciembre de 2014

Capítulo 63



Narrado por Sara

[Al día siguiente]

Y llegó el peor día de mi vida, de todos mis 23 otoños se coronaba como tal. Prácticamente toda la vecindad se había enterado de la muerte de mi hermana y comenzaban cada vez más gente a acudir al cementerio. La verdad, a pesar de estar muriéndome de dolor por dentro, agradecía enormemente el detalle de que se hayan acercado. 

Hugo no se había separado de mi madre y de mí en ningún momento. De hecho, anoche no durmió en el hospital. Bueno, ninguno de los tres lo hicimos… Algo que me hace feliz. En ese momento aparecieron Cris y Bea por la puerta. Sentí un poco de calor al verlas entrar, ellas me daban todo lo que necesitaba y hoy el apoyo de mis dos mejores amigas lo necesitaba como el comer. 

Las dos se acercaron a mí y me dieron el abrazo más largo, cálido y fuerte del mundo. – Lo siento mucho, mi niña. Indicaron las dos a la vez. – Gracias, gracias por estar aquí. Volví a abrazarles. ¿Sabéis algo de Alex? Sí. A Bea le ha hablado. Indicó Cris. – Exacto. Antes de entrar me ha dicho que ya habían llegado a la estación, por lo cual ya estarán de camino. Dijo esta vez Bea. – ¿Habían? ¿Estarán? ¿Quién viene con él? En ese momento Cris y Bea se miraron rápidamente y yo no entendía el por qué. – Mmmmm, ¿he dicho habían? No, viene él solo. Replicó la rubia. Esto me suena un poco falso, pero bueno, con todo lo que tengo encima tampoco me preocupa.

Narrado por Pablo

Cada vez quedaba menos y me moría de los nervios. Como mencioné ayer, era un día malo para nuestro reencuentro, en el que lo que menos importaba era la relación que un día tuvimos, pero yo necesitaba ya verla, saber como estaba, apoyarla, cuidarla, mimarla. Quién sabe si esto pueda dar pie para que estemos de nuevo juntos. Ojalá…

El autobús paró en la parada y nos bajamos de él. Teníamos la suerte de que paraba en un punto en el que el cementerio quedaba a solo dos kilómetros, por lo cual no teníamos ni que coger ni taxi, ni otro autobús ni nada, con ir andando bastaba. 

Después de unos minutos llegamos a la puerta. – ¿Vas a entrar ya o te esperas? Preguntaba Alex mientras tiraba la colilla al suelo y la pisaba para apagarla. Prefiero que el primer encuentro entre Sara y yo sea a solas, así que te agradecería que cuando la vieras sola me avisaras de que ya podría entrar. – Me parece perfecto. Ya te aviso hermano. Contestó dándome un tortazo en el hombro y entrando. 

Yo me quedé pensando en todo… En cómo sería el verla después de estos meses, en su reacción, en cómo se tomaría que yo esté aquí. ¿Le gustará o no? Llega un momento en la vida dónde necesitas detenerte, ver dónde estás y mirar hacia dónde quieres ir. Y yo lo tenía muy claro, el nombre de la persona hacia dónde quería ir, Sara.


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