Narrado
por Sara
[Unas semanas
después]
Unas caricias de Pablo hicieron que me despertara de golpe.
– Cumpleaños feliz, cumpleaños feliz, te
deseo mi niña, cumpleaños feliz. ¡Felicidades mi amor! Este será el primer
cumpleaños de muchos. No
podía evitar emocionarme y más aún cuando ese ‘’cumpleaños feliz’’ era cantando
por su dulce y perfecta voz.
Miré mi móvil
y me di cuenta cómo eran las 00:00. ¡Pablo simplemente es el mejor!
– Tienes detalles que hacen que cada día
me enamore más de ti. Las doce en punto mi vida. Gracias, gracias por todo. Decía mientras secaba mis lágrimas de
felicidad y me acercaba a él para besarle.
– Los detalles que te mereces. Respondió mientras me abrazaba. Quiero que este día sea inolvidable desde
las doce y cuatro minutos que son ahora mismo hasta las doce que den mañana. Y
voy a encargarme en ello empezando desde ya. Comenzó a besar mi cuello, a
acariciarme. No podía expresar con palabras esta maravillosa sensación. Desde
luego que no podía haber empezado mejor mi cumpleaños.
Y una vez más hicimos
el amor. Esos buenos momentos que la vida te regala…
Después de
terminar con nuestros cuerpos sudados, nos duchamos y salimos.
– Ahora, a dormir, que te espera una muy
buena. Me decía.
Rodeó mi cintura para que me apoyara en su pecho y abrazados nos quedamos
dormidos los dos.
Narrado
por Pablo
[A la mañana siguiente]
Poco a poco me
iba levantando de la cama intentando que Sara no se despertara. Ayer ya había
hablado con toda mi familia para prepararle una fiesta sorpresa. Quiero que el
primer cumpleaños que pasamos juntos sea especial, ya que los anteriores no
pudimos por estar separados, esta vez tiene que ser inmejorable e inolvidable.
Mis planes eran: Desde ahora tenía pensado decorar mi jardín y pasar toda la
mañana en familia, pero luego por la noche vendría lo mejor, muchas sorpresas
pensadas.
Bajé a la
planta baja y toda mi familia ya estaba preparada.
– ¿Y Sara? Preguntaba mi padre acariciándome el
hombro.
– Arriba, dormida. Como comprenderás es
normal que no esté. Reí.
Manos a la obra, que si no se nos echa el
tiempo encima. Decía aplaudiendo. Tengo
miedo que Sara se despierte. Volví a decir.
– Venga vamos. Indicó mi hermana.
Ya había
comprado todo lo necesitado, globos, serpentinas y muchas más cosas para que
este cumpleaños fuera especial. Comenzamos a preparar todo. Mi hermana y yo
cogimos una gran pancarta dónde ponía ‘’Feliz cumpleaños Sara’’ y la colgamos
en el jardín. Mis sobrinos de mientras inflaban los globos y mis padres ponían
la mesa para que quedara todo perfecto. Faltaba mi hermano con Silvia,
Alejandro, Rafa y Cris para que estuviéramos todo, ya que Ana acababa de
llegar.
Prácticamente
estaba todo acabado. La comida sobre la mesa y ya quienes faltaban habían
llegado, solamente había que avisar a Sara para que empezara este gran día.
– Shhhh, no hagáis mucho ruido, voy a
despertar a Sara y no quiero que se entere de que hay gente aquí. Les dije a todos. En ese momento me metí
en casa, subí rápidamente las escaleras y entré en mi habitación. Buenos días cumpleañera. Le decía
mientras le daba un tierno beso en la frente. Ésta despertó bostezando mientras
sonriente me daba un beso en los labios. Dúchate
y vístete que tenemos que irnos.
– ¿A dónde? Preguntaba confusa.
– Ahhhhh. Venga va. Dije dándole un pequeño tortazo en el
culete mientras se despertaba. Sara cogió todo lo necesario para meterse en la
ducha, un vestido de color rojo que hacía que aún sin vérselo puesto me
enamorara cada vez más de ella. Tiene un cuerpazo, y todo lo que se pone le
sienta espectacular.
Después de un
buen tiempo sentado en la cama, intranquilo y cansado de esperar comencé a dar
vueltas por la habitación. Mujeres… Mujeres y sus tardanzas e impuntualidad. Me
dio por mirar por la ventana para ver cómo iba la preparación y sonreí ante verlo
todo ya listo, comida, globos, todo lo necesario para que empezara.
– ¡Ya estoy! Rápidamente me quité de la ventana
provocando que la cortina se me rodeara en el cuerpo hasta el punto de casi
llegar a cargármela. ¿Qué haces? Preguntaba
riéndose a carcajadas.
– Nada, nada, vamos para abajo. Estás
preciosa. Le decía
mientras rodeaba su cintura con mi brazo.
La cogí en
brazos y bajamos las escaleras. Cuando llegamos a la planta baja la bajé y me
puse en frente suya.
– Vamos, ¿no? Me decía.
– Cierra los ojos. Me hizo caso y me saqué un pañuelo que
tenía en mi bolsillo y se lo coloqué. Me separé de ella y me fui a unos de los
ventanales que daban al jardín para avisar a los presentes que ya íbamos a
salir. Sigamos.
Fuimos avanzando,
abrí la puerta, y mi familia se preparó para cantar feliz cumpleaños. ‘’Uno,
dos, tres’’ hice con los dedos y todos comenzamos a cantarle. Le quité el
pañuelo rápidamente y la cara de Sara era totalmente un poema, se moría de vergüenza,
pero rebosaba alegría por los cuatros costados.